MI PREMIO
Sonó mi teléfono, temprana mañana de un día feriado.
Tu voz, muy suave diciéndome… ¡buen día!...
Fue la música más
encantadora, que abrieron mis ojos de ese despertar.
Preguntaste muy dulcemente si todavía dormía y sin dejarte
terminar,
respondí rápidamente que no, por miedo a que digas. - Bueno
luego te llamo.
Me comentabas no sé qué, solamente importaba saber dónde
estabas,
necesitaba verte, necesitaba llegar a vos, necesitaba mirar
tus ojos,
mis pensamientos eran que te necesitaba y observar tu figura.
Rápidamente me encontraba estaba en viaje, el tiempo que
trascurría no existía,
pero para mí fue una eternidad, porque perdía momentos de
estar a tu lado.
Me recibiste con una sonrisa muy dulce y sin darme, cuenta me
había enamorado.
Acerqué mi cara a la tuya, el beso de encuentro fue los más
bonito que tubo ese instante.
Nos pusimos hablar de no sé qué, pero todo me gustaba, todo me
interesaba.
Busque tu mirada una y otra vez, tus ojos color miel pícaros
entre tus cabellos,
me hacían estar emocionado, contemplaba tus labios, ilusión de
besarlos.
El tiempo corría sin frenesí, yo no quería que eso pasara,
pero el reloj
jugaba en mi contra, entretuve mis ideas en decirte cuanto me
gustabas.
Ojitos lindos es lo que llegaron a mi mente, tu sonrisa casi
vergonzosa
jugó con la complicidad de aquella sonrisa, aún más audaz.
Busque todo tipo de conversación, para tenerte entre mis ojos,
y en un momento tan inolvidable, tuve tu invitación de
compartir tu almuerzo.
Ya me sentí realizado, todo ese tiempo que sufrí, se soltó con
un – Sí claro.
Pasó el tiempo, una charla trajo la otra, la tarde era corta,
y a la vez el atardecer estaba lejos.
Cuando el sol desapareció entre los árboles,
mis sentidos se enturbiaron y mi día terminaba.
Preparaba mis cosas para retirarme, mis pasos no se querían
mover,
mis piernas giraban sobre mí buscando algo para estar un
segundo más,
y nada detuvo aquel implacable saludo.
Volví acercar mi cara, fue
mi sorpresa y nada entendí,
giraste la tuya y tus
labios reposaron sobre los míos muy suavemente,
tus ojos bonitos que reían junto con tu boca,
me regalaste la más linda palabra en decirme.
Es un premio.
Orlando Mario Soverchia- YoAmor