PRINCIPIO
O UN FINAL
Muchas veces sentí la necesidad de escribir lo que
mi conciencia necesitaba gritar. Muchas veces sentí la misma sensación de que
todo es viejo y siempre existe algo nuevo por ver. Muchas veces sentí que cada
palabra que adhiero en estos escritos siempre son del mismo contexto, del mismo
sentir, de la misma intención, pero diferentes en tiempos de mi corazón.
Desde los días de mi niñez, siempre se hicieron
iguales con distintos matices, con la misma lucidez profunda del miedo a la
soledad y no sentir la compañía plena del ser humano, por supuesto, no lo
analizaba en esos momentos, pero sí los recojo de los pálidos recuerdos, abrigando
mis deseos con la simpleza de una infancia caprichosa, insatisfecha por la
inmadurez de los propios sentimientos, cuales hoy, marcan el recorrido frágil
de un desarrollo inmaduro.
Ahora en la estupidez de analizar razones envejecidas,
irreparables, tal vez injustificadas de tantas anomalías, como hombre necesito
enderezar, o buscar el rumbo que siempre inconsciente o conscientemente, fui
desafiando, y la premura de la vida me arrasó, enfrentó, desafió, doblegó hasta
sacarme toda entidad, que, por supuesto hacen hoy de mí, un ser vacío, sin
saber de que me sirve estar en este lugar. Muchos o todos me marcan las
razones, los porque o los momentos que dicen o me tienen que indicar el
trayecto a recorrer, pero cuando sueltas el alma o la luz que la vida te da,
nada se puede ver. Estoy ciego, los sentimientos que quisieron acercarse a mí,
no los encuentro, o quizás ya no quieran habitar mi mundo, sé que estoy tras
ellos, corro y corro, pero pareciese que ya no se hallan a mi alcance, dejé que
se vallan hace tiempo, pero éstos, más audaces y eficaces, no me esperaron ni
me dejaron muchas oportunidades para que lo logre, cuando tantas veces los
trampee.
De que vale
creer que estoy en esta vida, si mi alma no sabe sobrevivir sin la compañía de
todos los que formaron mi existencia, porque ella se integró con alegrías, sacrificios, muchos dolores y angustias de
seres queridos, que ahora solo se sienten defraudados, pero comprometidos, no
por lo que soy, sino por el hecho de no desecharme, con responsabilidades para algunos, nostalgias y
recuerdos para otros y tal vez, algo de querer para pocos, pero nada me deja
ya tener otras tantas oportunidades que ofrecieron sin matices ni condiciones.
Creer que el amor de otros nunca se maltrata, se
lastima o muere, fue la soberbia de un imbécil engreído y es lo que hice,
subestimé a un amor puro, sincero e incondicional, para luego culparlo de que
ya no existía en mis razones y convicciones y ¿ahora? Como lo puedo resucitar
cuando lo sentí bajo mi ser, agonizar y pedir vivir hasta el último hilo de suspiro.
Que cruel fue mi razonamiento, que poco inteligente
fue mi pensamiento, al matar toda esa vida con vivencias sucias, paganas y
vergonzosas.
Una mañana más, una tarde más, una noche más, un día
más, un mes más, un año más, cada segundo de estos tiempos que recorro una y mil
veces se enfrentan entre sí con la reflexión de poder con el pasado maltrecho,
después de una guerra de locuras y acciones fraudulentas.
Pregunto… ¿Es un principio o un final o es el
principio de un final…?; escribo cada palabra, cada pensamiento, cada remordimiento,
cada arrepentimiento, para que algún mañana, alguna tarde, alguna noche, algún
día, algún mes o algún año, revisen mis cosas, mis recuerdos, mis objetos o tal
vez las ganas de alejar todo lo que me pertenecía, para que alguien cualquiera,
se detenga a leer por qué mi conciencia, mi alma, mi razón y mi corazón, no
supieron entenderse jamás. Tal vez ese tiempo esté muy cerca o tal vez no sé
cuándo, pero sé que mi otra vida me está buscando, me exige que no demore, que
hay gente esperando mi partida, algunos no creen que estoy haciendo mis valijas,
siento que debo hacerlo, muchos ya lo hicieron, mientras otros piensan, que es el
final.
Orlando Mario Soverchia-YoAmor