SU MIRADA
Madrugada de suspiros, sueños, fantasías y
placer.
Noche que fue, de instintos de enamorados sin
límites,
a un momento de confusión. Sospechas,
preguntas sin respuestas.
Tirados sobre la cama, los cuerpos
relajados, desnudos, transpirados,
las caricias suaves sobre su piel,
acompañaban la conversación.
Mimos, sonrisas, algunas expresiones de
satisfacción eran las respuestas.
Todo parecía en plenitud hasta que una
palabra presentó al silencio.
Callados, sin respirar, todo se paralizó,
la mano se detuvo, y los gestos, se inmovilizaron, algo se había expresado en
ese lugar para que eso ocurriese.
No se podía pensar, era una situación inquietante,
los dos sorprendidos,
fue un nombre que él dijo, fue un sonido
que a ella la sacó del lugar.
El segundo fue la eternidad en que algo se dijera,
y que él esperaba.
Vocales agrupadas formaron aquello, que a
esa mujer la hizo culpable.
La situación fue evidente, esa palabra, ese nombre, esa persona,
era con quien tenía sus momentos prohibidos
y secretos.
Dio vuelta su cara sonrojada, se levantó de
su lecho,
su cuerpo desnudo no lo cubrió, solo se
manifestó con un gesto sorprendido,
y como queriendo desinteresarse de lo que
estaba ocurriendo, respondió.
. - ¿Qué pasa? ¿Por qué lo nombraste? ¿Que
tiene que ver esto con este momento?
. - Eres mi esposa, y con él estás viéndote
cuando yo viajo…
Su mirada de alivio y complicidad a lo que
él decía, dejó caer de sus labios
. -Sí, es mi amante, mi amor… Y ahora todo
lo sabes. Estamos así porque él también es casado, y por problemas legales no
puede separarse.
El desconcierto y el torbellino de ese
hombre, acompañaba su figura desolada, su mudez cabizbaja lo mostraba golpeado,
tonto y desarmado de todo.
Los dos vestidos desordenadamente, quedaron
expuesto a un distanciamiento cruel. Ella frente al espejo, acomodaba su pelo,
convencida y desahogada sin culpas. Él, sentado sobre la cama queriendo ubicar
los tiempos por lo que fue la causa.
¿Pedir explicación?... No tenía sentido
sentirse más maltratado.
¿Consolarse?... no podía, no quería, solo
era vivir la realidad que no quiso ver,
pero los más punzante e intenso, fue la mirada, cuando ella confesó aquel amor.
Orlando Mario Soverchia- YoAmor
22.03.2020