sábado, 16 de octubre de 2021

 

                                         MADRE…



Mamá…  joven mujer… cuando un día decidiste entregar tu cuerpo y generar la divina creación de un hijo, todo fue amor desde el primer instante de pensarlo. Pusiste todo tu cuerpo a su disposición, hasta tu propia vida, te protegías hasta privarte de lo que más te gustara, pero todo era para la vida latiendo en tu panza.  Yo, sin razonamiento, latía ahí, ahora tu amor me lo hace recordar. Cada día tu cuerpo cambiaba, tus sentimientos más fuertes, ansiosos, preocupados por mi crecimiento, te hacía linda, mimosa, sensible, llena de pureza. Tus manos me acariciaban suavemente en todo momento, trasmitiendo amor y más amor, celosa, orgullosa caminabas de un lado a otro, mostrando el poder de lo que logra una mujer, tus ojos brillando contando alegría. El tiempo se acercaba, cada día era un hoy, recordando a tu madre que ya no tenías… te sentías única en ese instante, la vida te llamaba, revelabas dolosa alegría y un llanto, te dijo… ¡Aquí estoy!!! Llorabas, me mirabas, mientras tu cuerpo cansado, con los brazos temblorosos, extendiéndolos para sentir y oler parte de tu cuerpo, y llegué…  necesitaba el calor que tú me diste en nueve lunas. Cobijaste aquel pedazo de existencia entre mantas, besos sobre mí, buscabas mi boca para continuar el nacimiento, donde tus pechos calmaban, mi confundida nueva vida. Todo corría… etapas con preocupados controles, alegrías y festejos. Mis primeros pasos, los viste como él día increíble de lo que habías soñado, tambaleante extendía mis brazos en alto, para mantener equilibrio. Tu sonrisa, tus palabras, eran el imán de tu corazón orgulloso, me apretaste fuertemente, las lágrimas llenaron tus mejillas al ver que ya tenías tu amor caminando. Pasaron los años, distintas experiencias y jamás me faltaste, el tiempo hizo su trabajo, cuando la adolescencia golpeó nuestra casa, mi ser independiente parecía que todo lo obtenía, muchas veces recriminé que tu no sabías, pero siempre tu amor, yo lo tenía, sin darme cuenta en esos días que, sin ti, nada podía. Atenta a mis vaivenes de persona adulta, con solo mirarte ya lo sabías, te sentabas junto a mí, escuchabas, a veces charlas alegres, otras tristes, pero tu fuerza siempre fue el sostén. La vida me alejó de tu guía, pero nunca dejaste de atender situaciones, dulcificabas mis tristezas y ya todo cambiaba. Mamá… junto a mis hijos y nietos, sos el eje de mi vida, nunca quisiera que sufras, que llores, que enfermes como lo estás, pero Dios te observa, no te hizo una vida fácil, siempre sufriste con injusticias y dolores profundos, y a pesar de eso, siempre tiraste de ella, sin que importe más que dar tu amor, hasta peligrar tu presencia en este mundo. Cada día que pasa es un desafío a tu cuerpo, vives por tus hijos, tu esposo y tu familia toda, pero sé que cada mañana, eliges que dolor convivirá contigo. Soy un hombre adulto, pero soy tan chico a tu lado como el primer día que me tomaste en tus brazos y me besaste. Mamá TE AMO, y no quisiera que la ley de la vida cumpla con el veredicto cruel, porque ese día madre… ese día, mi alma se irá contigo.

                                                    Orlando Mario Soverchia-  YoAmor

 

INTENCION






Te tomé de la mano,

 las sentí temblando y caliente.

Miré tus ojos, brillaban de dulzura.

Miré tu boca, sonreía con picardía.

Miré tus labios, mojados de pasión.

Miré tus caderas, zarandeaban suavemente,

Miré tu cuerpo y.… no quiero pensar,

solo digo…- Te deseo amor.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor             

 

QUIEN SOY

 


Escribir de mí, es como escribir con tiza blanca en una pared blanca,

nada se vería y nada se sabría.

No necesito comentar quien soy y como soy,

la gente y la vida misma narra mi historia,

buena o mala, pero dibujan mi camino.

Manifiesto la armonía del placer,

la lujuria del deseo y la ternura del querer.

Todo lo que siento y pienso,

todo aquello que me haga sentir que estoy en el lugar correcto

y compartir mis pensamientos… Como el amor de mi alma,

lo expreso con fuerza sin vergüenza y sin miedo.

Es el gritar los sentimientos de mi corazón,

es la esencia de mi vida,

es el frenesí de mi conciencia,

es el amor que tengo para amar,

es amar a la vida y a mi propia vida.

Porque he nacido por un amor,

vivo por un amor,

y por amor he de morir.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor