POR ESA
MUJER
Mujer
bella y delicada en su ser, todo tenía en su vida y en su andar.
Jugaba a
su favor todo lo más lindo de su existencia, derrochaba alegría sin querer,
sentía su
mundo libre para vivir, pero los sentimientos sin saber porque,
un día
dijeron sentir el llamado de otra realidad.
Aquel
hombre, florecido de un abrir y cerrar de ojos,
colmó su
alma, extravió su mirada por sentirse impactada.
Toda en
ella se convirtió en una sinfonía de suspiros,
quiso
hacer su saludo y solo un simple hola… fue su accionar.
Sintió
que era el sentimiento por quien pensar, juntó fuerzas,
entregó la
sonrisa más hermosa que se pudo ver
y le
alcanzó para conquistar aquel andante caballero.
Se sintió
niña en su transitar, mujer en su seducción dedicándole todo a ese amor.
Ella se
concentró en aquella figura del macho cabrío.
Ese
hombre precioso para su gusto, la hacía sentir señora.
Cada día
que pasaba adoraba los ojos por su mirada,
los
labios por sus besos, las manos por sus caricias,
y su
cuerpo, por cuanto le hacía sentir en su lecho de pasión.
Todo lo
entregó sin condición, su corazón fue sacado de su pecho,
los pensamientos
por él fueron su razón de vida, y todo de ella se hizo él.
Nada ni
nadie podrían cambiar ese estado que llegó a sentir,
Pero
nunca imaginó, que todo lo que vivía todo lo que sentía,
en un
instante de aquel segundo preciso, ese caballero andante y hombre fatal,
le decía
que no podría seguir a su lado,
porque
otra mujer sin saber porque, le había conquistado,
ese amor
que había tenido por ella.
Todo se
hizo oscuro, todo dejó de existir, la vida ya no valía.
Dejó sus
sueños en un rincón, no comía para no seguir viviendo.
Desaliñada
y triste, levantaba ese cuerpo maltrecho y golpeado.
Miraba su
piel desquebrajada, sus ojos fatigados por no dormir,
su pelo narraba
desorden y su alma abatida por tanto dolor.
Su tiempo
en años se habían doblegado, no quería seguir viviendo,
las horas
detenidas en agonías estúpidas, consumían su nostálgica belleza,
Porque
los tiempos creídos conquistados, fueron robados sin pedir permiso.
Por esa
mujer.
Orlando
Mario Soverchia- YoAmor