jueves, 25 de marzo de 2021

 

ESA MUJER

 


La vida me dejó caminar libremente,

hasta que me buscó, me alcanzó,

me abrazó, me apretó, me asfixió.

Nada en ese momento, podía liberarme

a una tranquilidad habitual de esos días.

Y en un instante, todo me lo devolvió,

cuando dejó que esa mujer, reclame mi libertad.

Sus ojos, brillantes llenos de inocencia recorrían mi ser,

la sonrisa, era la novia de sus carnosos labios,

su voz, la melodía de una sinfonía de ángeles,

su ternura me abrazaba, sin ganas de que me suelte,

su vida cruel, ejemplo de la desdicha,

su corazón, maltratado por el desamor de los otros,

su figura, la increíble imagen, de una criatura sin cuidado.

Pero su alma, llena de sentimientos acongojados,

necesitados de caricias y de besos.

Besos que fueron, paños fríos de mi dolor,

y las caricias, en las mejillas de mí soledad.

Esa mujer, me encontró arrodillado,

en el altar de mi vida, me tomó en sus brazos,

levantó mi frente hacia aquel horizonte que no era mío.

Apretamos los cuerpos huérfanos de comprensión,

y mi alma sintió, que mis sueños de amor,

lo tenía esa mujer.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 Por un amor he nacido, por amor estoy viviendo y por un amor he de morir.

HASTA MAÑANA, Y NO DEJES DE SOÑAR CON UN AMOR.
Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 

EL LLANTO DE SU TARDE

 


El murmullo en la soledad, gritaba sin parar,

Los momentos reciclados, de aquellos días

entorpecían la mirada fija del aquel hombre.

Sus facciones, no decían nada, solo su lánguida expresión,

se entrecortaban entre el parpadear de aquel sufrir.

Su alma extraviada en los momentos de amor,

sus sentidos enloquecían por no poder concebir.

Todo era un solo pesar, un solo mirar, un solo sentir,

la tarde lo acorraló, sin darse cuenta que nadie lo vio.

El cielo sí lo miró, lo trato de acompañar en su dolor,

y su cuerpo apoyado en su propia inconciencia.

Levantó su cabeza, sus ojos llorosos, por aquel amor,

Se sentía solo y golpeado, la lluvia dejó mojar sus manos,

la apretó sobre sus parpados y llego el llanto de su tarde.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor