sábado, 15 de agosto de 2020

 

 

VIDA DE PERROS


 Cuando el sol acobija mis recuerdos

y una música canta a mi corazón,

mi perra se acuesta a mi lado.

Quince años viviendo juntos, y ella,

Jamás preguntó por mis tristezas.

Ella me entiende, ella me escucha llorar,

ella me sabe calmar, ella jamás contará mi dolor,

y entregó su vida a mi lado,

como yo he desgastado mi transitar.

Tarde donde se perfora mi querer

y nadie me puede curar.

La herida es tan profunda,

que solo esos ojos nublados y envejecidos

por su ceguera, podrán ver mi alma.

Canto de llanto del pasado pregonan mi tormento,

como el dolor de su cadera marchita.

La brisa acaricia mi mejilla y a ella,

 recuesta el pelaje en su cuerpo cansado,

acostado en trapos mullidos para sus últimos días.

Se levanta, mi mano acompaña su lento pasar

y con ella me fui a caminar con mi traje deshilachado.

Tal vez cuando ella ya pueda partir,

me deje con mi destino golpeado

y con la falta de su tierna y frágil figura.

Se vuelve a enrollar en su mismo cuerpo enflaquecido,

se adormece, y su respiro profundo, cuenta su siesta,

mientras fijo la mirada a todo lo que hemos vivimos juntos,

Y me doy cuenta, que han quedado caminos desvastados

por errores machistas y soberbios de juventud,

Y que ahora, solo son secuelas de dolencias que no cicatrizarán.

¡Hay tarde!… porque me dejaste transitar

por esos recovecos tortuosos

y sentir el peso de la vejez junto a mi perra.

Ella siempre me ha sido fiel y ha sentido amor por mí,

Y ahora, me doy cuenta que hemos vivido una vida de perros,

Con la diferencia que ella vivió una vida de animal feliz

Y yo, un animal que no supo vivir.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor