viernes, 7 de enero de 2022

 

MI PREMIO


 

Sonó mi teléfono, temprana mañana de un día feriado.

Tu voz, muy suave diciéndome… ¡buen día!...

 Fue la música más encantadora, que abrieron mis ojos de ese despertar.

Preguntaste muy dulcemente si todavía dormía y sin dejarte terminar,

respondí rápidamente que no, por miedo a que digas. - Bueno luego te llamo.

Me comentabas no sé qué, solamente importaba saber dónde estabas,

necesitaba verte, necesitaba llegar a vos, necesitaba mirar tus ojos,

mis pensamientos eran que te necesitaba y observar tu figura.

Rápidamente me encontraba estaba en viaje, el tiempo que trascurría no existía,

pero para mí fue una eternidad, porque perdía momentos de estar a tu lado.

Me recibiste con una sonrisa muy dulce y sin darme, cuenta me había enamorado.

Acerqué mi cara a la tuya, el beso de encuentro fue los más bonito que tubo ese instante.

Nos pusimos hablar de no sé qué, pero todo me gustaba, todo me interesaba.

Busque tu mirada una y otra vez, tus ojos color miel pícaros entre tus cabellos,

me hacían estar emocionado, contemplaba tus labios, ilusión de besarlos.

El tiempo corría sin frenesí, yo no quería que eso pasara, pero el reloj

jugaba en mi contra, entretuve mis ideas en decirte cuanto me gustabas.

Ojitos lindos es lo que llegaron a mi mente, tu sonrisa casi vergonzosa

jugó con la complicidad de aquella sonrisa, aún más audaz.

Busque todo tipo de conversación, para tenerte entre mis ojos,

y en un momento tan inolvidable, tuve tu invitación de compartir tu almuerzo.

Ya me sentí realizado, todo ese tiempo que sufrí, se soltó con un – Sí claro.

Pasó el tiempo, una charla trajo la otra, la tarde era corta,

y a la vez el atardecer estaba lejos.

Cuando el sol desapareció entre los árboles,

mis sentidos se enturbiaron y mi día terminaba.

Preparaba mis cosas para retirarme, mis pasos no se querían mover,

mis piernas giraban sobre mí buscando algo para estar un segundo más,

y nada detuvo aquel implacable saludo.

 Volví acercar mi cara, fue mi sorpresa y nada entendí,

 giraste la tuya y tus labios reposaron sobre los míos muy suavemente,

tus ojos bonitos que reían junto con tu boca,

me regalaste la más linda palabra en decirme.

Es un premio.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

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