jueves, 7 de marzo de 2024

 

UN INSTANTE

 


Te tuve entre mis brazos, tu piel erizada,

 provocada por mis caricias.

Me besabas, te besaba, te miré, me sonreí,

te dije muy despacio, no me ames tengo miedo.

Tus ojos brillantes, me miraron muy fijamente,

y sensualmente me dijiste, déjame que solo yo te ame.

Tu respirar en mis oídos me hacía sentir culpable

de lo que tu sentías, y lo que yo no quería,

pero te deseaba en ese instante.

 Mis manos seguían en tu cuerpo,

tus labios acariciaban los míos sin detenerse,

 solo un decir - Por favor no quiero que me ames,

 porque yo no puedo volver amar,

no deseo volver sentir dolor por tanto querer. -

Perverso soy por lo que pido, y cruel con mi amor ansiado,

ya nada tiene sentido cuando mis pensamientos no son a tu ser.

Te quiero a mi lado, pero no en mi vida,

solo necesito estar sin nadie en mi camino,

porque mi único y verdadero amor,

solo durará un instante.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 

 

ALUCINAR



Nunca imaginé que mi pasión por ti llegaría al extremo.

Al extremo donde duele mis manos de apretarlas por no verte,

por no saber dónde estás y tal vez con quien ahora tiene tus besos.

Enojarme con el momento de pensarte o recordarte.

No me permito imaginar que tus labios reposan sobre otra boca.

Tu cintura es abrazada con otros brazos y tu mirada hacia sus ojos.

No quiero sentir tu voz en mis oídos diciéndole te quiero.

Niego toda imagen de amor, en suponer tu cuerpo desnudo,

y ese hombre a tu lado, haciéndote suyo.

Duele mi ser y lastimoso mi corazón, se queja por lo que siente.

Mis lágrimas acompañan este estado sin sentido,

por creer todavía en este sentimiento que siento por ti,

y alucinar que tu amor por mí, lo tienes como el primer día.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 

                                        VIVIENDO LA MUERTE

 

El día se va recostando en una tarde cruel y despiadada, aquel viejo de casi nueve décadas, se encuentra ante la posibilidad de su última jugada con la vida. Su cuerpo, pequeño y enflaquecido por la enfermedad y la vejez, lo exponen sin vergüenza ante la mirada de algunos cercanos a él. Su mirada cada vez más fija, con ojos muy abiertos por no poder identificar la figura de quienes están a su lado, balbucea lo que quiere decir, y grita el dolor de sus huesos.

La muerte está viviendo con él, le pide su alma, pero él desiste todavía; ella lo ataca con soberbia y desparpajo, e ironiza su estadía sin importarle que lo humilla. Lo abraza con delicadeza y muy suavemente le va cambiando el rostro, su nariz se va agrandando, la mandíbula se profundiza con la piel pegada a sus huesos, su boca se va marchitando y la comisura de sus labios, quedan marcadas alrededor de su mueca de sorprendido. No entiende que le está pasando, o sí. Por momentos cierra los ojos y la foto de alguien que descansa, se plasma en una macabra imagen de que ha perdido la partida. Se quiere ir, se quiere alejar de la realidad, no puede o no sabe, pero sí desea, no estar más, viviendo la muerte.

 

                                    Orlando Mario Soverchia- YoAmor