martes, 21 de diciembre de 2021

 

LA ESCUELA

 


En un momento me encontré solo, con una señora que  nada hacía pensar que dos desconocidos  tenían que decirse algo o comentar algo en una reunión de colegio. Ella de ojos claros, de una mirada sensual, con su ropa ajustada al cuerpo, como dibujado por un artista, marcaban sus piernas carnosas pero perfectas, su piel trigueña y sus pechos orgullosos de mostrarse. El pelo negro a la cintura, sus labios pintados de rojo carmesí, me hicieron pensar en las fantasías de sus deseos. Todo parecía normal, pero  al momento me di cuenta que estábamos esperando en un punto equivocado, nadie se veía por el patio y nosotros  dos  en un aula alejados de la entrada y de la dirección de la escuela. Con timidez y una sonrisa delicada, le dije…– Disculpa… ¿es aquí la reunión?  Me respondió…- No lo sé, pero no tengo miedo si estoy acompañada, ¿Y vos? ¿No tenés miedo?... Sin pensar nada, enseguida y por inercia respondí…-No, no, porque estoy bien acompañado… Y los dos reímos juntos. El sector oscurecía y ninguno dejó o intentó salir, no  decíamos nada y sin querer, de a ratos nos mirábamos y nos reíamos como dos adolescentes cómplices de algo y no saber porque. Pasó un tiempo no muy largo y el silencio, era  acompañado por el ruido de sus tacos, que iban y venían, hacia la puerta. Se paró de golpe, me miró fijamente, y muy sensual preguntó…- ¿Eres casado?... y sorprendido casi tartamudeando le respondí…-No, si, sí, ¿soy casado y vos?... Volvió a sonreír y me dijo…- También, pero solo aparentamos… ¿Quieres a tu esposa? Y esa pregunta condicionaba mi respuesta por un motivo o por el otro, y jugando la intención dije… -Sí, pero a veces me gusta lo prohibido. No sé qué pasó, como fue, en qué segundo del momento ocurrió, esta bella mujer, estaba parada frente a mí, casi tocando su cuerpo con el mío. Miró mis labios como recorriéndolos, y los suyos mojaron los míos con un beso apasionado interminable. La tomé de la cintura, y sentí que su lengua pedía permiso en mi boca, mis manos  acariciaban sus caderas y ella, respirando muy profundo se alejó de mí, retrocediendo muy despacio llegó a la puerta, y la vuelta de llaves me invitó a todo. Lentamente fue despojándose de la ropa, y su increíble cuerpo estaba ante mí. Llevó su mano  entre sus piernas y muy suavemente me mostró que estaban humedecidas, volvió acercarse muy mansamente, tomó mi mano, mojó mis dedos en su boca y los llevó a su venus. Sus parpados apretados y su boca entreabierta de la sensación que sentía por el vaivén que ella agitaba. Tomó mi cabeza por mis cabellos, y como un zarpazo de pantera, puso mi boca entre los labios de su vagina. Todo besé y todo saboreé, el perfume de su piel en sus nalgas y lo húmedo de lo que ella me daba. Al momento sentí una extraña sensación, cuando mi pantalón, ella lo había bajado con desesperación arrodillada ante mí y gimiendo como una hembra salvaje. Su mano en mis nalgas apretándolas con descontrol, mientras sus labios, acariciaban mí pene, cuando todo lo hacía en su boca. Me pidió, que la haga mía, me imploró lujuria, se sentó sobre mí, y comenzó a cabalgar para ganar el premio de esa locura de amor. Retorcía su cintura de atrás para adelante, tomó lo mío con su mano porque lo quiso por atrás, y los dos desencajados, gritamos sintiendo mi semen dentro de ella y ella mojándome por terminar con un gran placer.

 

 

Orlando Mario Soverchia-YoAmor           D/R

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