SALIR DE LA SELVA... Y PENSAR
Una tarde casi indescriptible por
la bruma que rondaba el día, fastidioso
de donde me encontraba, escapé del tormento de ese día. Sin prestar atención,
la mirada llegó sin una visión fija, solo
árboles, un llano con pastos y siembras, me bajé de ese viaje para respirar lo que parecía que faltaba y por supuesto,
nada, solo el malestar se distendía en hacer lo que no quería. Busqué un árbol,
desparramé mi espalda en su tallo rústico y grueso, lo suficiente para que mi
cuerpo se encuentre relajado, solté mis brazos a mi costado, donde todo se
rendía, fijando mi vista hacia la copa de ese árbol, cuando entre sus hojas se
cruzaban los rayos y el resplandor salpicado del sol, el
silencio se tendió a mi lado, me dejó pensar, mirar lo que no veía. Los pájaros
me contaban de su vuelo y de su andar entre las hojas y el suelo, llegarían,
a su comida del momento. Seguí mirando hacia un lado y al otro y el silencio me
empezó hablar, diciéndome que me acuerde de mi vida, y lo escuche. Comencé con
mi niñez desde que me acordaba, entremezclada la sentí feliz, algunos
inconvenientes y discusiones de mis padres también llegaron a mis oídos, porque
el silencio dictaba la que olvidaba y nada dejaba de lado en mi lectura. Seguí
adelante, ya tenía libertades de amigos, de juegos, de travesuras y
divertimentos. Seguía mirando ese paisaje como si fuera un cuadro de pintura,
al dejar mis ojos fijos y casi sin pestañar lo suficiente, en cada instante,
veía pasar por un túnel al pasado y encontrar mis cosas desteñidas y otras, con
los colores naturales de la misma vida. Pasé por la pubertad con las
prohibiciones y las picardías que en esos tiempos era un agravio, la
adolescencia, empezaba hacer pestañar mis ojos
acercándome a la luz de ese túnel tan imaginario pero real, para llegar a la débil
realidad en donde y como estaba viviendo. No quise dejar al silencio solo y lo
seguí acompañando, moviéndome de costado, tomé una pequeña rama y sin darme cuenta
comencé a escribir nombres, frases, palabras, realizando un grafiti tan inmenso para mí alma y tan insignificante
para ese lugar. Por un instante quise traer todo y entregárselo al silencio
para que todo se borre o todo se quede dentro de
mí… Pero la nobleza de la naturaleza, me
sacó de la selva, me dejó pensar y hablar con mi propia vida hasta mis días, y
de un salto, desperté de un sueño hermoso y de un abrazo despiadado, para darme
cuenta que todo lo que había pasado fue un sueño de día, que mi tiempo pasa y no pasa para que pase, nada quiero y quiero todo,
me alcanza la madurez en pensamientos, reflexiones, comparaciones con los
tiempos que deberé enfrentar, darme cuenta que cada segundo de un suspiro, se
aleja mi vida, para que vaya recibiendo la tranquilidad, la torpeza y la incomprensión
de la juventud, hasta darme cuenta, que falta poco en esta larga y corta vida
que me queda. Por eso, como una vez lo pedí a una persona.-No me dejes solo… Ahora
se lo pido a Dios, NO ME DEJES SOLO Y PENSANDO.
Orlando Mario Soverchia-
YoAmor
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