miércoles, 11 de enero de 2023

 

                                            NO IMAGINADO

 


Tarde gris, fría, con llovizna, todo era calmo y mohíno, nada parecía cambiar esa postal, pero el destino, quiso que nos encontráramos de casualidad y con las ganas que haya sucedido. Fue solo un. - ¡Hola, como estas!… Acercamos las mejillas y el beso fue el despertar de lo que sentíamos… Admiración de amigos… Soledad en nuestras almas… Gustarnos sin darnos cuenta…Pero el cortejo sexual, se halló entre nosotros sin pensarlo ni un instante.

Nos susurramos muy despacio, nos tomamos de la mano y caminamos a un lugar con menos gente, y sin mirar a ningún lado, las manos se soltaron, los brazos se entrelazaron y las bocas se perdieron una dentro de otra. Nos sentimos adolescente con deseos sin imaginarlos, al punto que ambos nos soltamos y nos dirigimos hasta mi casa sin decirnos nada, y con pasos marcados y acelerados nos encontramos frente a la puerta. Enseguida, estáticos en el living con un sofá mullido y acogedor. Al tiempo de quedarnos ajeno a lo que transcurría en la calle, nos hicimos adolescentes en pecado, nos miramos a los ojos, y sin hablar nos desvestimos casi al instante, la ropa fue quedando esparcida por todo el piso y nada nos preocupó, solo era seguir en lo que teníamos en mente.

Su cuerpo era normal, sus curvas y sus pechos la hacían una hembra en celo.

Nos abalanzamos rápidamente, el silencio gritaba la desesperación que teníamos, y todo nos permitimos, todos nos hicimos. Mi boca en sus pezones, lo transformaron apetitosos y erguidos, mis manos se ocuparon de su cuerpo desnudo, sin pedir permiso se introducía en los labios de su vagina humedecida y caliente, las de ella me enloquecían con los manoseos pervertidos y obscenos sobre mi intimidad erecta, nos pedimos todo, nos dijimos palabras libidinosas y el placer cada vez más descontrolado, me pidió que la haga mía y todo mi calor fue dentro suyo, el jadeo de los dos, se hicieron profundos con gruñidos casi afónicos y llenos de placer. Perdidos en la locura, nos sentimos amantes sin saberlo, ninguno de los dos podía controlar el movimiento desesperado de los cuerpos, que nos obligaba zarandearnos para sentir la fricción de la piel mojada. Fue toda mía y fui todo suyo, nada dejamos sin hacernos, y experimentamos el descontrol del deseo, y terminar en la más hermosa y perfecta lluvia de cada uno. Yo en su cuerpo y ella en mi cara.

Que nunca imaginamos 

 

 

                         Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 

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