NO
IMAGINADO
Tarde gris, fría, con llovizna,
todo era calmo y mohíno, nada parecía cambiar esa postal, pero el destino,
quiso que nos encontráramos de casualidad y con las ganas que haya sucedido. Fue
solo un. - ¡Hola, como estas!… Acercamos las mejillas y el beso fue el
despertar de lo que sentíamos… Admiración de amigos… Soledad en nuestras almas…
Gustarnos sin darnos cuenta…Pero el cortejo sexual, se halló entre nosotros sin
pensarlo ni un instante.
Nos susurramos muy despacio, nos
tomamos de la mano y caminamos a un lugar con menos gente, y sin mirar a ningún
lado, las manos se soltaron, los brazos se entrelazaron y las bocas se
perdieron una dentro de otra. Nos sentimos adolescente con deseos sin imaginarlos,
al punto que ambos nos soltamos y nos dirigimos hasta mi casa sin decirnos
nada, y con pasos marcados y acelerados nos encontramos frente a la puerta. Enseguida,
estáticos en el living con un sofá mullido y acogedor. Al tiempo de quedarnos
ajeno a lo que transcurría en la calle, nos hicimos adolescentes en pecado, nos
miramos a los ojos, y sin hablar nos desvestimos casi al instante, la ropa fue
quedando esparcida por todo el piso y nada nos preocupó, solo era seguir en lo
que teníamos en mente.
Su cuerpo era normal, sus curvas y
sus pechos la hacían una hembra en celo.
Nos abalanzamos rápidamente, el
silencio gritaba la desesperación que teníamos, y todo nos permitimos, todos
nos hicimos. Mi boca en sus pezones, lo transformaron apetitosos y erguidos,
mis manos se ocuparon de su cuerpo desnudo, sin pedir permiso se introducía en
los labios de su vagina humedecida y caliente, las de ella me enloquecían con
los manoseos pervertidos y obscenos sobre mi intimidad erecta, nos pedimos
todo, nos dijimos palabras libidinosas y el placer cada vez más descontrolado,
me pidió que la haga mía y todo mi calor fue dentro suyo, el jadeo de los dos,
se hicieron profundos con gruñidos casi afónicos y llenos de placer. Perdidos
en la locura, nos sentimos amantes sin saberlo, ninguno de los dos podía
controlar el movimiento desesperado de los cuerpos, que nos obligaba
zarandearnos para sentir la fricción de la piel mojada. Fue toda mía y fui todo
suyo, nada dejamos sin hacernos, y experimentamos el descontrol del deseo, y
terminar en la más hermosa y perfecta lluvia de cada uno. Yo en su cuerpo y
ella en mi cara.
Que nunca imaginamos
Orlando Mario
Soverchia- YoAmor
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