LA PLAYA
El atardecer llega a su descanso, toda
quietud,
Comenzamos a caminar tomados de la mano,
Nos alejamos del bullicio sin hablarnos,
Para encontrarnos en la playa de ese lugar,
La fuimos recorriendo muy despacio,
tranquilos,
Nos alcanzó la noche y todo se volvió romántico,
El calor nos acompañaba y de a poco, nos alivianamos
de ropa,
Nadie estaba en ese lugar, el silencio
murmuraba junto al mar,
Los dos estábamos con apenas una sola
prenda,
Nos gustaba, nos reímos por ese momento de
travesura,
Nos acercamos al agua y nos dimos un beso,
lo repetimos,
Sentimos ganas de más y así lo hicimos una
y más veces,
Dejamos que los cuerpos se aprieten, se
deseen,
Los labios se hicieron cómplice de los
desenfrenos de nuestras bocas,
Ya no nos alcanzaba estar de pie, y nos
volcamos en la arena,
Sus manos tenía el camino trazado de lo que
necesitaba,
Y las mías corrieron tras las suya, nos
desvestimos de lo que faltaba,
Nuestra piel sintieron dos sensaciones,
tocarse entre sí y el sueldo tibio,
La luna encubridora de lo que pasaba, nos
alumbraba lo suficiente,
Su pelo revuelto y enmarañado por los
revuelcos,
Formaban la danza de los placeres y de todo
lo que sentíamos,
Se volvió desesperada y me pidió que la
tome por detrás,
La hice mía, mis manos sobre sus pechos, su
cara buscó la mía,
Desesperaba y atrevida, me llevó a sus
bajos instintos,
Cada meneo de ambos era un lamento de goce
y erotismo,
La tomé por la cintura, más no la podía
contener,
Sentí ternura, violencia y locura, sentí
que la amaba y me amaba,
Deje caer su espalda y ya todo un
descontrol,
El mar nos tocaba los cuerpos y la arena se
hacía cómplice de esa unión,
Miré sus muslos, los tuve junto a mi cara y
los separé para llegar a su venus
Mis besos no se detenían y los gemidos me
los pedían,
Tentación, imaginación, apetencia, hizo que
sin darnos cuenta,
Ella entre mis piernas y yo entre las
suyas,
La respiración agitada y deseosa, eran la
música que nos acompañaba,
Sentí un quejido, noté sus dedos apretados
sobre mis piernas,
Levanto su cuerpo del suelo como un aluvión
de extravío,
Su figura vestida de arena parado sobre mi
rostro,
Me gritó… soy tuya mi amor!… y me entrego
en la boca, todo su calor.
Orlando Mario Soverchia- YoAmor