UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMOR
La vida es tan escabrosa, como caminar sobre un campo de
ortigas, y es ahí cuando mayor es el delito, mayor debe ser el tiempo
consagrado a los remordimientos, es el único dolor del alma que la duración y
la reflexión no logran calmar jamás, y todo el mundo ve lo que aparentamos y
pocos advierten lo que somos, porque hay diferencia entre el entender las cosas
y conocer las personas.
Eran amigos de la infancia, ella 16 años, de talle grande, alta, y él, la misma
edad, más bajo y delgado, pertenecían al mismo grupo de amigos, pero lejos de
él estaba esa mujer. Parecía que no encajaban en esa época, por el que dirán de
la altura, la que influía por el estúpido machismo del hombre alto y la mujer
más baja, pero por alguna razón él, llegó a sentir más que una amistad, después
de que su figura había cambiado para ser una bellísima mujer.
Comenzó entonces, entre ambos, un lindo interés, seguido de un bonito
acostumbramiento, hasta darse cuenta cuanto se necesitaban, llegando así, los
grandes problemas de esta historia. Tal vez sus padres tendrían un presagio de
un difícil y distinto amor. Por sus egoísmos y sin importarles lo que su hija
quería, comenzaron a perseguirlos y evitarles cualquier encuentro. Todo lugar
era prohibido, controlado y marcado, por lo que, para estar un segundo juntos,
tenían que ir de vecinos lejanos. Algunos no querían problemas, como aquellos
que los traicionaban, contándoles a sus padres, donde luego llegaría el castigo
de no dejarla salir, y la persecución para amenazarla de muchas maneras, donde
a él, para amarla le costaba mucho dolor y tristeza, sintiendo el miedo de ser
vistos.
Fue tanta la tensión y adrenalina de esas situaciones que dejaron en él,
secuelas por mucho tiempo, como tener pánico a la oscuridad, donde volver a su
casa en las noches, no más de una cuadra, ella lo tenía que acompañar, y su
madre lo esperaba. Esa intriga en su vida, lo afectó de una manera extraña en
todo lo que se refería a su seguridad.
Para ella, él, fue su primer hombre, e hicieron el amor por primera vez. Un
día al caer la tarde, fueron en moto a un monte cómplice de ese momento, para
él fue uno de los instantes más extraordinarios y a la vez, una de las curiosas
sensaciones de placer y miedo, porque había tocado el cielo con las manos, por
poder amar a esa hermosa mujer tan prohibida.
Se sintió un hombre realizado, que todos lo envidiaban, sintió orgullo y
tambien fue feliz, muy feliz, quería con toda su alma a esa bella adolescente.
Comenzó amarla con locura, aturdido por tenerla a cada momento a su lado,
queriendo mostrarse ante todos sin vergüenza, sin miedos, y resultaba ser todo
lo contrario. Tenían que esconderse, correr porque seguían vigilándolos, y
muchas veces los descubrían, hasta que un día los padres de ella, fueron a la
casa de él, a decirles a sus padres, que dejara tranquila a su hija, que no la
molestara más, que él no era para ella. Ellos, dolidos, aceptaron a medias tal
locura, y para defender el orgullo y la dignidad de su hijo, lo defendieron en
lo que podían y como podían.
Desde ese día los padres de ella, comenzaron a inculcarle otro chico,
ironía de la vida… Era un amigo de los dos, como se decía, de la barra de
amigos, a ella no le desagradaba como hombre, pero no le interesaba como novio
o como su amor, pero insistían con aquel muchacho y todo utilizaban para
acercarlo y hacerle ver que todo sería mucho mejor para su vida. Le prestaban
el auto por ser mayor de edad, para que la lleve a dar vueltas, que salgan de
noche con los demás amigos de la barra, donde él no podía acercársele, solo los
podía ver de lejos, o pensar donde estaban o que hacían.
Por las noches de verano, él salía a la puerta porque vivían a una cuadra,
para observar si estaban frente de la casa, y las ganas y los sentimientos, se
retorcían con la soledad de no entender nada de lo que ocurría.
Pasó algo de tiempo discutiendo y peleando situaciones que estaban
viviendo, los celos comenzaban a invadirlo, los nervios y la angustia empezaban
a dejar secuelas, y cuándo quedaban juntos en el minuto contado y controlado,
mirando de un lado a otro, reñían, queriendo aclarar lo que se oscurecía sin
sentido. Por tanta bronca, las arcadas le venían a él, y el estómago lo
acompañaba con vómitos, sin poder controlarse frente a ella, y las lágrimas los
hacían sentir más tristes, más lejos, y siempre ocurría en las pocas veces que
se podían ver.
Un fin de semana, sábado a la tarde como las 16 hs, se citaron frente a la
casa de una amiga, casi alegres con algo de miedo, se abrazaron, se besaron,
todo muy frágil, expuestos a todo lo que podía pasar, de que no los vieran los
cómplices de sus padres, pero ilusionados, porque a la noche se verían como
siempre en una confitería. Ese lugar era donde se escondían de todo y de todos,
trataban de sentirse solos, pero, todo lo contrario, mil ojos los observaban
juzgando o hablando de lo que les ocurría.
Acordaban de cuidarse lo más que podían, que los vieran lo menos posible,
refugiándose en lugares vip, pero era un juego de chicos, queriendo ser adultos
e independientes, sabiendo que nada era así, se diría que ese amor tampoco lo
era.
Se escondían de gente que suponían podían contar, algunos los comprendían y
trataban de hacerles los momentos más fáciles, y aquellos que no querían, por
verla sufrir al estar al lado de él, diciendo o creyendo que ella, era una más
de su colección, y no viendo que él también sufría… Eran aquellos que estaban influyendo
al igual que sus padres, inculcándole, a ese otro chico.
Ese lugar tenía todo, era el único amparo público creyendo que se
refugiaban del peligro y en ese lugar, planeaban sus destinos.
Legó la noche, donde cada sábado para él, era su gran día, era el lugar más
feliz de esos tiempos, era sentirse realmente enamorado de ese amor tan
sublime… Se acostaba temprano para hacer la previa, de las dos de la mañana escuchando
música romántica, que lo hacía sentir triste y a la vez contento, extraño y
morboso estado, pero su mente, sin entender porque, se lo imponía.
Llegó la hora de ir, se cambió, estaba nervioso, ansioso, algo de eso
siempre pasaba y más cuando tenía que verla. Entró a la confitería, caminó un
buen rato buscándola como siempre lo hacía, entre sus amigas, o más bien, de
una de ellas, quien más los defendía y los ayudaba, pero solo vio a esa amiga,
y no a ella, le pareció que lo eludía. No entendía mucho la situación, hasta
que después de un momento, esta amiga, vino hacia él y le dijo: - Tengo que
decirte algo, me duele mucho lo que tengo que contar y no sé cómo, pero ella no
va a venir, me dijo que no la esperes. -
Preguntó. - ¿por qué!... los padres se enteraron de algo o ¿qué le pasó?…
y ella contestó. – No, la verdad es que esta tarde despues que te vio a vos,
fue hasta el almacén del padre de este amigo de ustedes, él estaba afuera, se
pusieron hablar en el living de la casa y le propuso ser su novia y ella lo
aceptó, así que en estos momentos están en la casa de ella con sus padres y lo
invitaron a comer. -
Él no se daba cuenta lo que estaba pasando, no entendía nada, se gritaban
para escucharse por el bullicio del lugar mientras la gente los empujaba. De
repente, no quedó nadie a su alrededor, no oía nada, no veía nada, todo se había
nublado, los ojos se le llenaron de lágrimas, se quedó sin voz, no podía
responder a lo que esa amiga le preguntaba, si se sentía bien.
No supo cual fue la razón, si el destino quiso terminar de matar ese amor,
o hacerle más daño, cuando en la confitería pusieron el tema de INDUSTRIA NACIONAL
(LA TARDE QUE TE AME) ¡El himno de ellos!!!…
Llevándose la gente y bancos por delante, caminó por ese túnel de
torbellino, transitando por un tren fantasma desgarrando su vida, escuchando
esa canción hasta su final. Corrió hacia la salida de ese lugar, que en un
momento fue el más hermoso, único, pasando hacer el infierno para su alma.
Salió a la calle, pasó frente a la casa donde estaban ellos, la luz del
living estaba encendida, trató de espiar, pero tuvo miedo de lo que podía ver y
por la cobardía de enfrentar la realidad… siguió a su casa.
Se acostó, y llorando más de lo que venía haciendo, apretando la almohada
para que sus padres no le escuchen el llanto, gritó por dentro. - ¿Porque me
hiciste esto?… Porque mi amor… ¡Si todo estaba bien… ¡Todo lo charlábamos juntos,
lo resolvíamos juntos!!!...
Las preguntas de desconcierto que venían a su mente, era en vano, nada tenía
lugar por aquel estado que estaba padeciendo. Dio mil vueltas en la cama hasta
que se hizo de día. Se levantó y se fue a la casa de ese que creía su “amigo”,
estaba durmiendo, sus padres lo hicieron pasar, algo sabían de lo que sucedía,
y a ellos tambien le gustaba la situación de su hijo, por eso poca atención le
dieron, igual le abrieron la puerta, (estaban todos los días juntos) … Se
acercó, lo despertó y le preguntó. - ¿Estás contento ahora? ¿Por qué hiciste
esto? ¿Para qué hiciste lo que hiciste? Si sabes que ella no te quiere ¿Por qué?
¿Por qué llegaste a rebajarte y aprovechar la ventaja de sus padres?... Aquel
individuo, lo miró, casi indiferente a su desesperación, y un tanto seguro,
soberbio y sonriente, le dijo. - No importa, yo le gusto y con el tiempo me va
a querer igual o mucho más que a vos; además vos a ella no la dejas vivir bien,
porque con vos no puede ir o hacer nada… Y otra te digo… - Cuando salga del
servicio militar, que esta noche me tengo que presentar, nos vamos a casar y
nos iremos de este país.
El silencio fue corto, la sorpresa dolorosa, hasta que se animó a preguntar.
- ¿Ella está de acuerdo? La respuesta fue inmediata. - Sí, y más te digo,
estuvimos hasta muy tarde los dos solos y todo esto lo planeamos juntos, y no
me di cuenta de que te estuviera extrañando, la pasamos muy bien y no me
hubiera imaginado que sería así. -
Volvió a sentirse usado, engañado, sus ojos volvieron a llenarse de
lágrimas, la garganta se transformó en una lija, no podía respirar y tuvo que
escuchar que le dijera: - Sé que te sentís mal, pero ya se te va a pasar, vos podrás
conseguir a otra mujer para olvidarla. Quiso romperle la cara, apretarle la
garganta para callar esas cuchillas que le traspasaban el corazón… Y al
instante se dio cuenta que ella también en cierta forma lo aceptaba y se lo
estaba diciendo. Se levantó de esa cama donde se había sentado junto a este
“amigo”, salió casi corriendo a su casa, entró, llamó a sus padres, parado y
apoyado en un tejido, desconsolado, aturdido, acongojado, sin poder decir una
palabra, se puso a llorar como loco, les contó cómo pudo lo que había pasado, y
les hizo jurar por su vida, que si ellos sabían que en algún momento volvería
de nuevo con esa mujer, la saquen de su lado de cualquier forma o manera, se
los hizo jurar de nuevo y los dos viejos, viéndolo desesperado, aceptaron
llorando junto a él, que harían lo imposible para lograrlo.
Ese día domingo, cumplía sus 18 años, fue el regalo que recibía de la vida,
su padre por primera vez, le daba el auto para que se vaya con otros amigos
donde él quisiera, fuera de la ciudad.
Era un día muy triste o por lo menos asi lo veía, estaba muy nublado, mucho
frío, un rato de lloviznas tenues, y de a ratos, lluvia perezosa, traidora para
su dolor. Salían y entraban a muchas ciudades de alrededor, antes de llegar a una
confitería bailable. En todos los lugares que ingresaban poco había, todo lo
veía de una manera especial, se sentía extraño por la sensación de manejar el
auto él solo y lejos de su ciudad, sentirse libre e independiente, saber que su
padre lo dejaban hacer lo que quisiera con tanta responsabilidad en sus
manos…pero nada podía disfrutar, sentía una angustia interior, palpitaba algo
grave que estaba pasando por su persona, todo confuso, raro, todo lo encontraba
solitario. Al ingresar en un pueblo chico y triste por naturaleza, fue entrar a
la cruel realidad de lo que sucedía, existía, solo con el dolor del corazón, y
se dio cuenta que en ese momento aquel “amigo”, estaba en la casa con ella. Tal
vez se estaban besando o abrasando, corría su imaginación, nada comprendía, nada
sentía, la hora no pasaba, sus compañeros no existían. Salió del infierno en el
que se encontraba rápidamente, llevando el auto a la ruta para llegar a esa
bendita confitería, creyendo que ahí estaba el paraíso, pero no lo fue. Poca gente
o por lo menos para él, porque al escuchar temas de amor o recorrer el lugar
una y otra vez, esperaba ver la imagen de su amor. Sin importarle que estaban
haciendo los demás, dijo que se volvía, que ya era tarde y no quería preocupar
a sus padres, pero lo único que quería, es tener el segundo que podía tardar en
pasar delante de esa casa con él auto, pero no la pudo ver.
Así pasó el tiempo y los días sin poder verla. Se encontraba con pocas
fuerzas, desganado, como si hubiese salido de una fuerte gripe, le dolía siempre
el cuerpo y mucho la cabeza. Hasta que una terrible tarde, estando en un bar,
pasó ella sobre la vereda de enfrente, vestida de una manera muy especial, se
había puesto un vestido escocés tableado, con zapatos de talcos muy altos, porque
su nuevo novio, le había dicho que los usara, porque él era más alto. No lo
miró, lo ignoró por completo, tal vez porque no tuvo valor para hacerlo, porque
no quería enfrentar la realidad, o por tener miedo de darse cuenta que se había
equivocado, sin más, ella dio vuelta su cara sin importarle nada, y a él, esa
actitud hirió su alma como una daga.
Tres meses después, también un sábado a la tarde, tomó fuerzas, juntó todo lo
que pertenecía a ella, algunas cartas, algunos recuerdos y se los llevó a una amiga,
esa casa fue el escondite de los dos, pero por poco tiempo, el padre los había
delatado.
Tarde de sol primaveral, golpeó la puerta de chapa, única entrada que daba
al patio, salió su amiga, sorprendida, se veía nerviosa, no sabía que decirle,
pero a la vez lo miraba emocionada, con un poco de lástima, angustiada, porque
lo veía como se encontraba, sabía lo que le estaba pasando, lo hizo pasar para
salir de la vereda, a un costado de la entrada, esta amiga no entendía mucho lo
que estaba pasando, pero comprendía lo complicado de aquella decisión, y él sin
dejarla hablar le dijo. - No por favor, no te preocupes, me voy enseguida, no
te molesto mucho, solo te dejo estas cosas que son de ella. Mientras lo hacía
pensaba… que nadie se daba cuenta que su amor, tenía algo de donde aferrarse,
tal vez no era lo que sentía, pero algo distinto le ocurría y no le desagradaba
ese vínculo, en cambio nadie notaba que él, había tenido una caída libre a un
precipicio sin final y que ninguno de los dos tenía la culpa, si embargo,
muchos lo veían culpable por quererla. No comprendían que ella le dio la
espalda, que no le importó dejarlo vacío, no le importó el amor que él sentía,
y bien sabía cuánto sufría por ella, pero por alguna razón ya nada importaba,
ni le interesaba por lo que estaba atravesando.
Miró por última vez lo que esa chica tenía en la mano, dejaba parte de su
vida o tal vez toda la vida en esas cartas, en esos regalos, en esos recuerdos
y casi desesperado, dio la vuelta sobre sus pasos hacia la puerta de ese patio
de ladrillos envejecidos.
Algo estaba presintiendo, algo iba a ocurrir, pero siguió hacia la salida,
cuando al tocar el picaporte, oye a sus espaldas, decir su nombre. - Soy yo!!!…
Sintió que se cortaba su respiración, creyó soñar, percibió mucho dolor,
angustia, alegría, confundido y no queriéndose dar vueltas, volvió a escuchar
esa voz tan hermosa, tan suave y entrecortada, diciéndole nuevamente. - Soy yo!!!…
Se dio vuelta y no podía creerlo, ahí estaba ella, tan hermosa, tan elegante,
con un pantalón ajustado de piel durazno que tan bien le formaba su figura, una
camperita de hilo blanca solamente sobre su piel, su pelo increíblemente
enrulado como revuelto por el viento y una sonrisa mostrando su diente que
sobresalía en sus labios rojos. Fue la mirada más tierna y más cruel que una
mujer le podría dar, quería correr, pero no podía, quería gritarle, pero no tenía
voz, quería abrazarla, pero no le pertenecía, solo era su corazón que golpeaba
el alma y le decía- (NO ES PARA VOS, NO ES TUYA). Quiso preguntarle tantas
cosas, quería explicación, pero ya nada tenía importancia, ya había pasado
todo, el tiempo le había respondido con hechos y a la vez todo lo había
confundido. Se acercaron, se dieron un beso en la boca, todo le cayó en los
pies, el dolor, la angustia, la bronca aturdida y los dos comenzaron a llorar y
con la voz acongojada, ella le dijo. – Perdoname, no quise hacerte daño, pero
no tenía otra salida, mi madre me volvía loca y me pareció que era lo mejor.
Mas angustia, mas bronca, mas delirio… cuando casi se había acostumbrado o
resignarse a extrañarla, le decía eso… La abrazó, llevó su perfume a su memoria
junto con el recuerdo de todo lo que habían realizado juntos, él la miraba
mientras se acercaba a esa perversa puerta que lo alejaría nuevamente de ese
amor prohibido, no quería llegar a esa salida inmunda, pero no duraría nada esa
esperanza, y dejando un hilo de esa imagen tras cerrarla, abandonaba un gran
dolor, declinaba nuevamente su vida en esa atormentada e inolvidable TARDE
CUANDO EL SOL CAÍA.
Pasaron los días, y sus compañeros de colegio secundario le habían tomado
bronca a ella por lo que le había hecho y todos intentaban ayudarlo de alguna
manera, para que la olvide, pero en él, lejos estaba todo eso, cada lugar, cada
momento, cada parte de su cuerpo, mas pasaba el tiempo, más la necesitaba, la
sentía, la lloraba como un chico por las noches, sin que nadie lo sepa, porque
ahí empezó una nueva historia.
Una noche después de un tiempo, bajando las escaleras de su escuela,
saliendo con sus compañeros de curso, abajo, delante de él, estaba ella,
mirándolo inmóvil, espléndida para sus ojos y los sentimientos para decirle
algo. Nuevamente con estados de emociones confundidas, todo se mezclaba cuando
la veía, recuerdos, nostalgias, ilusiones, tristezas, engaños, dolor, pero le
ganaba su belleza y el amor que sentía por esa mujer, se acercó, se pusieron
hablar a un costado en unos sillones dentro del mismo colegio y escuchó unas
palabras que jamás pensó volver a oír. Le escribió una carta a ese novio
soldado, que renunciaba a esa relación, porque nunca había olvidado a su amor
abandonado y que de ahora en adelante no le importaba lo que pasara o lo que él
les contaría a sus padres, porque eso, había sido unas de las amenazas.
Todo se volvió primavera, todos reían, sintió música, su corazón latía como
al correr, y su estómago no dejó de expresar sus nervios y nuevamente las
arcadas y vómitos se le manifestaron, pero que interesaban, si ahora ella
estaba con él, hubiese limpiado con su boca aquellos desechos, nada le
resultaba fachoso, todo era maravilloso, todo sublime. Pero poco duraría, porque
nuevamente la vida volvió a golpear su alma.
Porque había olvido aquella promesa que a sus padres les había hecho jurar,
y exigirles intervenir en esa relación si los volviera a ver juntos.
Y esa historia continuó, porque en un momento los dos amenazaron de escapar,
Todo amor tiene un principio y a veces un final.
Orlando Mario Soverchia- YoAmor