lunes, 28 de junio de 2021

 

AGONÍA



El frío abraza mi alma, el cuerpo se abriga de pesares,

el corazón se acobija de sentimientos

y los sentidos calientan mi razón,

 instantes que aparecen como una eternidad.

Los recuerdos y las nostalgias de un amor,

se presentan inmóviles, quietos ante mí,

sin figura ni contorno, solo la tenue imagen de lo que fue

y el tallado profundo de lo que quiero olvidar.

Son las cuatro estaciones de mi vida,

y los colores del dolor y las alegrías.

Mi tormento no es el pasado ni el presente,

mi agonía, es por lo que sentiré en el futuro,

sin tu amor y sin tu presencia.

 

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 


sábado, 26 de junio de 2021

 



Aunque sus ojos no eran azules, encontré mi cielo en ellos…
Los ojos se me cierran, el alma pide tranquilidad, los pensamientos necesita descanso, y el corazón quiere soñar...
Porque, ¡Amo desearte… desearía amarte...!!!
Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 

                     UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMOR



La vida es tan escabrosa, como caminar sobre un campo de ortigas, y es ahí cuando mayor es el delito, mayor debe ser el tiempo consagrado a los remordimientos, es el único dolor del alma que la duración y la reflexión no logran calmar jamás, y todo el mundo ve lo que aparentamos y pocos advierten lo que somos, porque hay diferencia entre el entender las cosas y conocer las personas.

Eran amigos de la infancia, ella 16 años, de talle grande, alta, y él, la misma edad, más bajo y delgado, pertenecían al mismo grupo de amigos, pero lejos de él estaba esa mujer. Parecía que no encajaban en esa época, por el que dirán de la altura, la que influía por el estúpido machismo del hombre alto y la mujer más baja, pero por alguna razón él, llegó a sentir más que una amistad, después de que su figura había cambiado para ser una bellísima mujer.

Comenzó entonces, entre ambos, un lindo interés, seguido de un bonito acostumbramiento, hasta darse cuenta cuanto se necesitaban, llegando así, los grandes problemas de esta historia. Tal vez sus padres tendrían un presagio de un difícil y distinto amor. Por sus egoísmos y sin importarles lo que su hija quería, comenzaron a perseguirlos y evitarles cualquier encuentro. Todo lugar era prohibido, controlado y marcado, por lo que, para estar un segundo juntos, tenían que ir de vecinos lejanos. Algunos no querían problemas, como aquellos que los traicionaban, contándoles a sus padres, donde luego llegaría el castigo de no dejarla salir, y la persecución para amenazarla de muchas maneras, donde a él, para amarla le costaba mucho dolor y tristeza, sintiendo el miedo de ser vistos.

Fue tanta la tensión y adrenalina de esas situaciones que dejaron en él, secuelas por mucho tiempo, como tener pánico a la oscuridad, donde volver a su casa en las noches, no más de una cuadra, ella lo tenía que acompañar, y su madre lo esperaba. Esa intriga en su vida, lo afectó de una manera extraña en todo lo que se refería a su seguridad.

Para ella, él, fue su primer hombre, e hicieron el amor por primera vez. Un día al caer la tarde, fueron en moto a un monte cómplice de ese momento, para él fue uno de los instantes más extraordinarios y a la vez, una de las curiosas sensaciones de placer y miedo, porque había tocado el cielo con las manos, por poder amar a esa hermosa mujer tan prohibida.

Se sintió un hombre realizado, que todos lo envidiaban, sintió orgullo y tambien fue feliz, muy feliz, quería con toda su alma a esa bella adolescente.

Comenzó amarla con locura, aturdido por tenerla a cada momento a su lado, queriendo mostrarse ante todos sin vergüenza, sin miedos, y resultaba ser todo lo contrario. Tenían que esconderse, correr porque seguían vigilándolos, y muchas veces los descubrían, hasta que un día los padres de ella, fueron a la casa de él, a decirles a sus padres, que dejara tranquila a su hija, que no la molestara más, que él no era para ella. Ellos, dolidos, aceptaron a medias tal locura, y para defender el orgullo y la dignidad de su hijo, lo defendieron en lo que podían y como podían.

Desde ese día los padres de ella, comenzaron a inculcarle otro chico, ironía de la vida… Era un amigo de los dos, como se decía, de la barra de amigos, a ella no le desagradaba como hombre, pero no le interesaba como novio o como su amor, pero insistían con aquel muchacho y todo utilizaban para acercarlo y hacerle ver que todo sería mucho mejor para su vida. Le prestaban el auto por ser mayor de edad, para que la lleve a dar vueltas, que salgan de noche con los demás amigos de la barra, donde él no podía acercársele, solo los podía ver de lejos, o pensar donde estaban o que hacían.

Por las noches de verano, él salía a la puerta porque vivían a una cuadra, para observar si estaban frente de la casa, y las ganas y los sentimientos, se retorcían con la soledad de no entender nada de lo que ocurría.

Pasó algo de tiempo discutiendo y peleando situaciones que estaban viviendo, los celos comenzaban a invadirlo, los nervios y la angustia empezaban a dejar secuelas, y cuándo quedaban juntos en el minuto contado y controlado, mirando de un lado a otro, reñían, queriendo aclarar lo que se oscurecía sin sentido. Por tanta bronca, las arcadas le venían a él, y el estómago lo acompañaba con vómitos, sin poder controlarse frente a ella, y las lágrimas los hacían sentir más tristes, más lejos, y siempre ocurría en las pocas veces que se podían ver.

Un fin de semana, sábado a la tarde como las 16 hs, se citaron frente a la casa de una amiga, casi alegres con algo de miedo, se abrazaron, se besaron, todo muy frágil, expuestos a todo lo que podía pasar, de que no los vieran los cómplices de sus padres, pero ilusionados, porque a la noche se verían como siempre en una confitería. Ese lugar era donde se escondían de todo y de todos, trataban de sentirse solos, pero, todo lo contrario, mil ojos los observaban juzgando o hablando de lo que les ocurría.

Acordaban de cuidarse lo más que podían, que los vieran lo menos posible, refugiándose en lugares vip, pero era un juego de chicos, queriendo ser adultos e independientes, sabiendo que nada era así, se diría que ese amor tampoco lo era.

Se escondían de gente que suponían podían contar, algunos los comprendían y trataban de hacerles los momentos más fáciles, y aquellos que no querían, por verla sufrir al estar al lado de él, diciendo o creyendo que ella, era una más de su colección, y no viendo que él también sufría… Eran aquellos que estaban influyendo al igual que sus padres, inculcándole, a ese otro chico.

Ese lugar tenía todo, era el único amparo público creyendo que se refugiaban del peligro y en ese lugar, planeaban sus destinos.  

Legó la noche, donde cada sábado para él, era su gran día, era el lugar más feliz de esos tiempos, era sentirse realmente enamorado de ese amor tan sublime… Se acostaba temprano para hacer la previa, de las dos de la mañana escuchando música romántica, que lo hacía sentir triste y a la vez contento, extraño y morboso estado, pero su mente, sin entender porque, se lo imponía.

Llegó la hora de ir, se cambió, estaba nervioso, ansioso, algo de eso siempre pasaba y más cuando tenía que verla. Entró a la confitería, caminó un buen rato buscándola como siempre lo hacía, entre sus amigas, o más bien, de una de ellas, quien más los defendía y los ayudaba, pero solo vio a esa amiga, y no a ella, le pareció que lo eludía. No entendía mucho la situación, hasta que después de un momento, esta amiga, vino hacia él y le dijo: - Tengo que decirte algo, me duele mucho lo que tengo que contar y no sé cómo, pero ella no va a venir, me dijo que no la esperes. -  Preguntó. - ¿por qué!... los padres se enteraron de algo o ¿qué le pasó?… y ella contestó. – No, la verdad es que esta tarde despues que te vio a vos, fue hasta el almacén del padre de este amigo de ustedes, él estaba afuera, se pusieron hablar en el living de la casa y le propuso ser su novia y ella lo aceptó, así que en estos momentos están en la casa de ella con sus padres y lo invitaron a comer. -

Él no se daba cuenta lo que estaba pasando, no entendía nada, se gritaban para escucharse por el bullicio del lugar mientras la gente los empujaba. De repente, no quedó nadie a su alrededor, no oía nada, no veía nada, todo se había nublado, los ojos se le llenaron de lágrimas, se quedó sin voz, no podía responder a lo que esa amiga le preguntaba, si se sentía bien.

No supo cual fue la razón, si el destino quiso terminar de matar ese amor, o hacerle más daño, cuando en la confitería pusieron el tema de INDUSTRIA NACIONAL (LA TARDE QUE TE AME) ¡El himno de ellos!!!…

Llevándose la gente y bancos por delante, caminó por ese túnel de torbellino, transitando por un tren fantasma desgarrando su vida, escuchando esa canción hasta su final. Corrió hacia la salida de ese lugar, que en un momento fue el más hermoso, único, pasando hacer el infierno para su alma.

Salió a la calle, pasó frente a la casa donde estaban ellos, la luz del living estaba encendida, trató de espiar, pero tuvo miedo de lo que podía ver y por la cobardía de enfrentar la realidad… siguió a su casa.

Se acostó, y llorando más de lo que venía haciendo, apretando la almohada para que sus padres no le escuchen el llanto, gritó por dentro. - ¿Porque me hiciste esto?… Porque mi amor… ¡Si todo estaba bien… ¡Todo lo charlábamos juntos, lo resolvíamos juntos!!!... 

Las preguntas de desconcierto que venían a su mente, era en vano, nada tenía lugar por aquel estado que estaba padeciendo. Dio mil vueltas en la cama hasta que se hizo de día. Se levantó y se fue a la casa de ese que creía su “amigo”, estaba durmiendo, sus padres lo hicieron pasar, algo sabían de lo que sucedía, y a ellos tambien le gustaba la situación de su hijo, por eso poca atención le dieron, igual le abrieron la puerta, (estaban todos los días juntos) … Se acercó, lo despertó y le preguntó. - ¿Estás contento ahora? ¿Por qué hiciste esto? ¿Para qué hiciste lo que hiciste? Si sabes que ella no te quiere ¿Por qué? ¿Por qué llegaste a rebajarte y aprovechar la ventaja de sus padres?... Aquel individuo, lo miró, casi indiferente a su desesperación, y un tanto seguro, soberbio y sonriente, le dijo. - No importa, yo le gusto y con el tiempo me va a querer igual o mucho más que a vos; además vos a ella no la dejas vivir bien, porque con vos no puede ir o hacer nada… Y otra te digo… - Cuando salga del servicio militar, que esta noche me tengo que presentar, nos vamos a casar y nos iremos de este país.

El silencio fue corto, la sorpresa dolorosa, hasta que se animó a preguntar. - ¿Ella está de acuerdo? La respuesta fue inmediata. - Sí, y más te digo, estuvimos hasta muy tarde los dos solos y todo esto lo planeamos juntos, y no me di cuenta de que te estuviera extrañando, la pasamos muy bien y no me hubiera imaginado que sería así. -

Volvió a sentirse usado, engañado, sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, la garganta se transformó en una lija, no podía respirar y tuvo que escuchar que le dijera: - Sé que te sentís mal, pero ya se te va a pasar, vos podrás conseguir a otra mujer para olvidarla. Quiso romperle la cara, apretarle la garganta para callar esas cuchillas que le traspasaban el corazón… Y al instante se dio cuenta que ella también en cierta forma lo aceptaba y se lo estaba diciendo. Se levantó de esa cama donde se había sentado junto a este “amigo”, salió casi corriendo a su casa, entró, llamó a sus padres, parado y apoyado en un tejido, desconsolado, aturdido, acongojado, sin poder decir una palabra, se puso a llorar como loco, les contó cómo pudo lo que había pasado, y les hizo jurar por su vida, que si ellos sabían que en algún momento volvería de nuevo con esa mujer, la saquen de su lado de cualquier forma o manera, se los hizo jurar de nuevo y los dos viejos, viéndolo desesperado, aceptaron llorando junto a él, que harían lo imposible para lograrlo.

Ese día domingo, cumplía sus 18 años, fue el regalo que recibía de la vida, su padre por primera vez, le daba el auto para que se vaya con otros amigos donde él quisiera, fuera de la ciudad.

Era un día muy triste o por lo menos asi lo veía, estaba muy nublado, mucho frío, un rato de lloviznas tenues, y de a ratos, lluvia perezosa, traidora para su dolor. Salían y entraban a muchas ciudades de alrededor, antes de llegar a una confitería bailable. En todos los lugares que ingresaban poco había, todo lo veía de una manera especial, se sentía extraño por la sensación de manejar el auto él solo y lejos de su ciudad, sentirse libre e independiente, saber que su padre lo dejaban hacer lo que quisiera con tanta responsabilidad en sus manos…pero nada podía disfrutar, sentía una angustia interior, palpitaba algo grave que estaba pasando por su persona, todo confuso, raro, todo lo encontraba solitario. Al ingresar en un pueblo chico y triste por naturaleza, fue entrar a la cruel realidad de lo que sucedía, existía, solo con el dolor del corazón, y se dio cuenta que en ese momento aquel “amigo”, estaba en la casa con ella. Tal vez se estaban besando o abrasando, corría su imaginación, nada comprendía, nada sentía, la hora no pasaba, sus compañeros no existían. Salió del infierno en el que se encontraba rápidamente, llevando el auto a la ruta para llegar a esa bendita confitería, creyendo que ahí estaba el paraíso, pero no lo fue. Poca gente o por lo menos para él, porque al escuchar temas de amor o recorrer el lugar una y otra vez, esperaba ver la imagen de su amor. Sin importarle que estaban haciendo los demás, dijo que se volvía, que ya era tarde y no quería preocupar a sus padres, pero lo único que quería, es tener el segundo que podía tardar en pasar delante de esa casa con él auto, pero no la pudo ver.

Así pasó el tiempo y los días sin poder verla. Se encontraba con pocas fuerzas, desganado, como si hubiese salido de una fuerte gripe, le dolía siempre el cuerpo y mucho la cabeza. Hasta que una terrible tarde, estando en un bar, pasó ella sobre la vereda de enfrente, vestida de una manera muy especial, se había puesto un vestido escocés tableado, con zapatos de talcos muy altos, porque su nuevo novio, le había dicho que los usara, porque él era más alto. No lo miró, lo ignoró por completo, tal vez porque no tuvo valor para hacerlo, porque no quería enfrentar la realidad, o por tener miedo de darse cuenta que se había equivocado, sin más, ella dio vuelta su cara sin importarle nada, y a él, esa actitud hirió su alma como una daga.

Tres meses después, también un sábado a la tarde, tomó fuerzas, juntó todo lo que pertenecía a ella, algunas cartas, algunos recuerdos y se los llevó a una amiga, esa casa fue el escondite de los dos, pero por poco tiempo, el padre los había delatado.

Tarde de sol primaveral, golpeó la puerta de chapa, única entrada que daba al patio, salió su amiga, sorprendida, se veía nerviosa, no sabía que decirle, pero a la vez lo miraba emocionada, con un poco de lástima, angustiada, porque lo veía como se encontraba, sabía lo que le estaba pasando, lo hizo pasar para salir de la vereda, a un costado de la entrada, esta amiga no entendía mucho lo que estaba pasando, pero comprendía lo complicado de aquella decisión, y él sin dejarla hablar le dijo. - No por favor, no te preocupes, me voy enseguida, no te molesto mucho, solo te dejo estas cosas que son de ella. Mientras lo hacía pensaba… que nadie se daba cuenta que su amor, tenía algo de donde aferrarse, tal vez no era lo que sentía, pero algo distinto le ocurría y no le desagradaba ese vínculo, en cambio nadie notaba que él, había tenido una caída libre a un precipicio sin final y que ninguno de los dos tenía la culpa, si embargo, muchos lo veían culpable por quererla. No comprendían que ella le dio la espalda, que no le importó dejarlo vacío, no le importó el amor que él sentía, y bien sabía cuánto sufría por ella, pero por alguna razón ya nada importaba, ni le interesaba por lo que estaba atravesando.

Miró por última vez lo que esa chica tenía en la mano, dejaba parte de su vida o tal vez toda la vida en esas cartas, en esos regalos, en esos recuerdos y casi desesperado, dio la vuelta sobre sus pasos hacia la puerta de ese patio de ladrillos envejecidos. 

Algo estaba presintiendo, algo iba a ocurrir, pero siguió hacia la salida, cuando al tocar el picaporte, oye a sus espaldas, decir su nombre. - Soy yo!!!… Sintió que se cortaba su respiración, creyó soñar, percibió mucho dolor, angustia, alegría, confundido y no queriéndose dar vueltas, volvió a escuchar esa voz tan hermosa, tan suave y entrecortada, diciéndole nuevamente. - Soy yo!!!… Se dio vuelta y no podía creerlo, ahí estaba ella, tan hermosa, tan elegante, con un pantalón ajustado de piel durazno que tan bien le formaba su figura, una camperita de hilo blanca solamente sobre su piel, su pelo increíblemente enrulado como revuelto por el viento y una sonrisa mostrando su diente que sobresalía en sus labios rojos. Fue la mirada más tierna y más cruel que una mujer le podría dar, quería correr, pero no podía, quería gritarle, pero no tenía voz, quería abrazarla, pero no le pertenecía, solo era su corazón que golpeaba el alma y le decía- (NO ES PARA VOS, NO ES TUYA). Quiso preguntarle tantas cosas, quería explicación, pero ya nada tenía importancia, ya había pasado todo, el tiempo le había respondido con hechos y a la vez todo lo había confundido. Se acercaron, se dieron un beso en la boca, todo le cayó en los pies, el dolor, la angustia, la bronca aturdida y los dos comenzaron a llorar y con la voz acongojada, ella le dijo. – Perdoname, no quise hacerte daño, pero no tenía otra salida, mi madre me volvía loca y me pareció que era lo mejor.

Mas angustia, mas bronca, mas delirio… cuando casi se había acostumbrado o resignarse a extrañarla, le decía eso… La abrazó, llevó su perfume a su memoria junto con el recuerdo de todo lo que habían realizado juntos, él la miraba mientras se acercaba a esa perversa puerta que lo alejaría nuevamente de ese amor prohibido, no quería llegar a esa salida inmunda, pero no duraría nada esa esperanza, y dejando un hilo de esa imagen tras cerrarla, abandonaba un gran dolor, declinaba nuevamente su vida en esa atormentada e inolvidable TARDE CUANDO EL SOL CAÍA.

Pasaron los días, y sus compañeros de colegio secundario le habían tomado bronca a ella por lo que le había hecho y todos intentaban ayudarlo de alguna manera, para que la olvide, pero en él, lejos estaba todo eso, cada lugar, cada momento, cada parte de su cuerpo, mas pasaba el tiempo, más la necesitaba, la sentía, la lloraba como un chico por las noches, sin que nadie lo sepa, porque ahí empezó una nueva historia.

Una noche después de un tiempo, bajando las escaleras de su escuela, saliendo con sus compañeros de curso, abajo, delante de él, estaba ella, mirándolo inmóvil, espléndida para sus ojos y los sentimientos para decirle algo. Nuevamente con estados de emociones confundidas, todo se mezclaba cuando la veía, recuerdos, nostalgias, ilusiones, tristezas, engaños, dolor, pero le ganaba su belleza y el amor que sentía por esa mujer, se acercó, se pusieron hablar a un costado en unos sillones dentro del mismo colegio y escuchó unas palabras que jamás pensó volver a oír. Le escribió una carta a ese novio soldado, que renunciaba a esa relación, porque nunca había olvidado a su amor abandonado y que de ahora en adelante no le importaba lo que pasara o lo que él les contaría a sus padres, porque eso, había sido unas de las amenazas.

Todo se volvió primavera, todos reían, sintió música, su corazón latía como al correr, y su estómago no dejó de expresar sus nervios y nuevamente las arcadas y vómitos se le manifestaron, pero que interesaban, si ahora ella estaba con él, hubiese limpiado con su boca aquellos desechos, nada le resultaba fachoso, todo era maravilloso, todo sublime. Pero poco duraría, porque nuevamente la vida volvió a golpear su alma.

Porque había olvido aquella promesa que a sus padres les había hecho jurar, y exigirles intervenir en esa relación si los volviera a ver juntos.

Y esa historia continuó, porque en un momento los dos amenazaron de escapar,  

Todo amor tiene un principio y a veces un final.

 

             Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 

                                                         LA TEHUELCHE

 


Como todos los sábados a la tarde, el lugar de reunión era un baldío entre casas de barrio. Cuando llegaba el dueño de la pelota, los dos mejores que jugaban, elegían entre los que estaban presentes a sus compañeros para formar el equipo. Ese día, la presencia era impar, cuestión que se empezó a jugar con desigualdad, cuando a los pocos minutos de comenzar, llegó la Tehuelche, una niña de nuestra edad, pelo negro engrasado, pollera tejida sobre la rodilla y sin calzado. todos gritamos: - ¡dale Tehuel entra vos, que nos falta uno! -  la Tehuel preguntó. - ¿para dónde pateo? - ¡Pa´ allá, pa´ donde está atajando el Colo!

Cuando la Tehuel manejaba la pelota, si la perdía, a todo el que se le cruzaba, lo barría con su pie descalzo, porque una vez que la agarraba no la soltaba. - ¡Morfona! -... le gritábamos. - ¡Pasála! -…  Mientras el negro con cara de bueno y el Cata, le salieron al cruce, haciéndole un faul que la hicieron tragar la tierra, y se cayeron encima de ella. Enojada la Tehuel se levantó tirando trompadas, sus compañeros de equipo defendían diciendo. - ¡¿cómo le pegan así que es una mina!?-  Sin embargo, el Negro ligó un trompadón donde le saltaron los chocolates, y gritó. - ¡Má que mina, si fuera una mina jugaría con las muñecas! - Se reanudó el partido con calentura, se jugaba a dos goles y ya íbamos uno a uno. La pelota estaba en el aire, la Tehuelche se metió en el área y al borde del faul, lo tocó con el cuerpo al flaco y de cabeza se la metió en el ángulo al Colo, los seis corrimos a abrazarla gritando el gol del partido ganado. Partidazos hacia la Tehuel, jugaba donde la pusieran, defensa, medio campo, delantera, en cualquiera la rompía. Por eso si la teníamos a la Tehuelche era casi partido ganado.  

 

 

                        Orlando Mario Soverchia- YoAmor                          D/R

                                    Derechos reservados

jueves, 24 de junio de 2021

 

MI AMOR PROHIBIDO


 

Tu eras mi amor prohibido, eras por lo que había vivido.

Duele en mi alma, tu conducta de mujer inocente pero caprichosa.

Me pedías que la deje, para que demuestre, que no eras la otra.

Aparté mis costumbres de estar con amigos,

y dedique mis horas de esos permisos.

Jugué fantasías que tú prometías, que era tu amor y no cambiarías.

Abandoné esperanzas e ilusiones, que mis hijos pedían.

Malgasté momentos en familia, porque tú eras mi amor prohibido,

y me confiesas que amor, no es lo que sentís.

Me pides disculpas tomando distancia, y confirmaste que nada existió…

 

Estiro mis brazos sin saber porque, comprender el momento,

Y aquella imagen de ensueño se aleja, para que se aproxime un delirio.

Confusión, desorden y tormento, me abrazan para que llore.

Me siento tonto, me siento sucio, me siento solo,

casi sin saber lo que siento, estoy en la nada de mi vida.

Y lo que eras mi amor prohibido, ahora eres un, prohibido amor.

 

                                  Orlando Mario Soverchia- YoAmor

lunes, 21 de junio de 2021

 

EL PRECIO POR UN AMOR



Llegué a tu vida, sin saber que era lo que me ofrecía.

Acumulé ilusiones, proyectos y un tanto de paz.

Conocí tu figura, acepté esa pintura que el momento mostró.

Todo parecía importante y me puse a pensar,

Mis ojos me contaron, de una realidad en quien soñar,

Acerqué mi cariño y el tuyo, con mucho criterio,

Ofrecí mis sentidos y escuchaste mi oferta,

Interesado en tu ser, quise poner precio a mi vida,

Diste lo justo y yo todo en ella,

Hipotequé sentimientos y de tu lado solo, un simple tal vez,

Vendí mi persona sin valía, para poder estar a tu lado,

Regalé la propiedad de mi conciencia y tú, simples gestos,

Pagué un valor sin precio,  sin que lo hayas retribuido,

Mis lágrimas se devaluaron, cuando a ti no te importaban,

Las palabras no existieron, porque nada estaba firmado,

Corrí a la justicia divina y ya nada se podía hacer,

Golpeé las puertas de tu alma y hallé el silencio de la ausencia,

El abogado de mi juicio… se había retirado,

Entonces me di cuenta, que en tan solo un instante de mi vida,

Ha sido muy alto, el precio  por un amor.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 

PADRE

 


Eras el segundo de cinco frutos de amor,

Creciste con pocas alegrías mientras vivió tu papá.

La vida te exigió al límite e hizo un niño con pelota de trapo.

Adoleciste entre necesidades y obligado de lo que no querías ver,

llegó tu juventud y nada había cambiado.

Luchaste por un lugar, jugaste con lo incierto,

formaste tu hogar, y lo que te propusiste lo habías logrado.

Tuviste dos hijos, batallaste sin medida por ellos,

competiste con lealtad y obtuviste los triunfos de todo lo que hiciste.

Ya adulto a mi lado, te observaba con mucho interés.

Tenías el amor de toda tu vida, y mamá la dio por ti.

Fuiste muy noble, a veces injusto, y un tanto gruñón,

 la vida sin preguntarte lo que tú sentías, seguía probando tu valentía.

Viejo querido, nos enfrentamos, te recriminaba tu forma de actuar,

y te he marcado algunos defectos.

 Agradezco, por lo que soy en la vida,

porque siempre me has enseñado

 principios de lo que fue tu hombría.

Ya no estás con nosotros y en cada tiempo te encuentras más presente.

Me hablas con tus recuerdos y me emocionas con lo que dejaste.

Este día es uno más de todos,

pero cada uno es todo en mis días.

 

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

lunes, 14 de junio de 2021

 

TU TARDE

 

Esta tarde dulce y tierna, es tu tarde.

Es el momento que yo extraño,

es el movimiento de mi alma que no puedo sacar de mi mente.

Quiero olvidar y pensar que no me ocurre,

que es solo imaginación de los caprichosos sentimientos,

pero el dolor de no verte,

no sentir tu silencio a mi lado,

me hace tonto y frágil a mis sentidos.

Como hago para enfrentar el día sin tu voz,

sin el color de tu imagen,

y no sentirme débil a los deseos de llorar.

Te quiero y te amo tanto… que el corazón

se siente pequeño de tanta ansiedad.

Nadie distrae mis emociones

y las pasiones que he vivido contigo.

Todo es vulgar, complejo y asfixiante con torbellinos de locura.

Siento perderme en la simpleza del querer

y en la complejidad del amor.

Siento que esta tarde que es tuya,

es dueña del amor que tengo contigo.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

Derechos reservados

 


UN MOMENTO DE ENERO

 





Tarde de sol, de calor, de nubes,

de alguien caminando en las sombras de su necesidad,

quietud, reflejos sobre el pavimento, y tarde donde detuve en mí, todo pasar.

Mis sentimientos se calmaron, mis pensamientos se agitaron y mi cuerpo doblegó.

Cansancio de aquello no logrado, de sorpresas dolosas no imaginadas,

de inconvenientes que no he solucionado y de todo aquello que fue mi pasado.

Tarde de enero caliente, que quema mis entrañas,

que marca la línea de mi nuevo recorrido,

pero nada cambiará mi rumbo elegido.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor     D/R

derechos reservados 

 

Una amistad…



Un día, aquel día, ese día la conocí, nuestra intención, fue amistad.
Atenciones, saludos, comentarios del aquel encuentro, llevó su tiempo.
Contamos nuestras vidas en párrafos de vivencias, y solo escucharnos.
Pasaron los días, ella se acercaba, yo la miraba, ella me invitaba, yo asentía.
Para mí, nada era extraño, una amiga nueva que había encontrado,
dejé el tiempo pasar, los momentos de soledad fueron ocupados.
Sin saber porqué, cada día se hizo copia de diferentes momentos,
ella se sentía bien, yo, rutina, ella buscaba compañía, yo no sabía.
El tiempo jugaba su tiempo, los sentimientos entraban sin permiso.
Desplegó sabiduría de mujer, donde sentí afectos más profundos,
llevé mi estado de un lugar a otro, negué sentimientos de miedos,
porque sin darme cuenta, esa amistad me había ganado.

Orlando Mario Soverchia- YoAmor         D/R
derechos reservados

domingo, 13 de junio de 2021

 

VIDA DE PERROS


 

Cuando el sol acobija mis recuerdos

y una música canta a mi corazón,

mi perra se acuesta a mi lado.

Quince años viviendo juntos, y ella,

Jamás preguntó por mis tristezas.

Ella me entiende, ella me escucha llorar,

ella me sabe calmar, ella jamás contará mi dolor,

y entregó su vida a mi lado,

como yo he desgastado mi transitar.

Tarde donde se perfora mi querer

y nadie me puede curar.

La herida es tan profunda,

que solo esos ojos nublados y envejecidos

por su ceguera, podrán ver mi alma.

Canto de llanto del pasado pregonan mi tormento,

como el dolor de su cadera marchita.

La brisa acaricia mi mejilla y a ella,

 recuesta el pelaje en su cuerpo cansado,

acostado en trapos mullidos para sus últimos días.

Se levanta, mi mano acompaña su lento pasar

y con ella me fui a caminar con mi traje deshilachado.

Tal vez cuando ella ya pueda partir,

me deje con mi destino golpeado

y con la falta de su tierna y frágil figura.

Se vuelve a enrollar en su mismo cuerpo enflaquecido,

se adormece, y su respiro profundo, cuenta su siesta,

mientras fijo la mirada a todo lo que hemos vivido juntos,

Y me doy cuenta, que han quedado caminos desvastados

por errores machistas y soberbios de juventud,

Y que ahora, solo son secuelas de dolencias que no cicatrizarán.

¡Hay tarde!… porque me dejaste transitar

por esos recovecos tortuosos

y sentir el peso de la vejez junto a mi perra.

Ella siempre me ha sido fiel y ha sentido amor por mí,

Y ahora, me doy cuenta que hemos vivido una vida de perros,

Con la diferencia que ella vivió una vida de animal feliz

Y yo, un animal que no supo vivir.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 

                                       VIVIENDO LA MUERTE

 

El día se va recostando en una tarde cruel y despiadada, aquel viejo de casi nueve décadas, se encuentra ante la posibilidad de su última jugada con la vida. Su cuerpo, pequeño y enflaquecido por la enfermedad y la vejez, lo exponen sin vergüenza ante la mirada de algunos cercanos a él. Su mirada cada vez más fija, con ojos muy abiertos por no poder identificar la figura de quienes están a su lado, balbucea lo que quiere decir, y grita el dolor de sus huesos. La muerte está viviendo con él, le pide su alma, pero él desiste todavía; ella lo ataca con soberbia y desparpajo, e ironiza su estadía sin importarle que lo humilla. Lo abraza con delicadeza y muy suavemente le va cambiando el rostro, su nariz se va agrandando, la mandíbula se profundiza con la piel pegada a sus huesos, su boca se va marchitando y la comisura de sus labios, quedan marcadas alrededor de su mueca de sorprendido. No entiende que le está pasando, o sí. Por momentos cierra los ojos y la foto de alguien que descansa, se plasma en una macabra imagen de que ha perdido la partida. Se quiere ir, se quiere alejar de la realidad, no puede o no sabe, pero sí desea, no estar más, viviendo la muerte.

 

                                    Orlando Mario Soverchia- YoAmor             D/R

                                                 derechos reservados               

sábado, 12 de junio de 2021

 

VOS


 

Vos me dijiste que me habías visto y llame tu atención.

Vos me hablaste con sensualidad justificando algo perdido.

Vos me miraste fijamente y muy sonriente, me dijiste… gracias, no importa.

Vos tendiste tu mano apoyándola sobre mi brazo, apretándolo muy suavemente.

Vos sacaste tu risa cómplice para acercar tu mejilla tocando la mía

Vos salpicaste con frescura de mujer ingenua, todo lo que has querido de mí.

Vos me invitaste a cenar juntos, porque fui muy amable contigo.

Vos me dijiste tu primer halago sobre mi sonrisa y mis ojos.

Vos me diste el primer beso sin sentido pero apasionado.

Vos estuviste impulsiva y sin decirme nada me tuviste entre tus brazos.

Vos fuiste la que has dicho sentir placer y deseos, cuando estábamos desnudos.

Vos dijiste muchas veces, entre suspiros, necesitarme y extrañarme.

Vos me pediste que te amara sin condición, porque esa era la tuya.

Vos decías que vivías para mí, cuando todo exigía de aquello que querías.

Vos excusabas tu falta de cariño, por tener mucho trabajo.

Vos sentías fastidios y siempre reproches de cada actitud.

Vos comenzaste diciendo estar sola en tu mundo, porque nadie te entendía.

Vos decidiste tomarte un tiempo y dejaste todo sin sentido.

Vos sos la que ahora me dices que no me quieres ni me amas.

Vos me estás contando que ahora hay otro hombre y que no soy yo.

Vos cambias los roles a toda tu culpa, pero te vas con otro amor.

Vos explicas vulgarmente que no soy yo, sino vos.

Vos, siempre fuiste vos, y nunca fui yo.

 

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

 

YO SABÍA, PERO NO QUERÍA

 


Aquella tarde, me había preguntado y le he preguntado, ¿Cómo es la manera de querer o de querernos? Nada respondió, solo un gesto y el silencio fue su respuesta. Me acerqué más a su lado, tomé su mano y la apreté junto a la mía. Salimos a caminar por esa vereda maltrecha casi de olvido, el resplandor del sol, nos daba en los ojos, fue excusa para bajar mi cabeza. Volví a ese momento de incertidumbre, dudas, aclaraciones, pero mis sentidos y sentimientos se inquietaban por ese no sé gestual. Mi corazón empezó a sollozar, mis ojos se encontraron brillosos. Busqué su mirada entre la precaria visera sobre mi frente, nada había en sus mohines, todo era igual. Sacudí su brazo, necesitaba un sonido de voz, su mirada lánguida y penosa, se posó sobre la mía, triste y desentendida, pero sabía. Sentí la más tremenda y estruendosa palabra que no quería, aquellas letras escuchadas en sus labios, fueron el desorden, de frases estúpidas e imbéciles que un ser le decía a otro. – No tengo una manera, ni tampoco me importa, porque nada siento, y no sé qué es querer. Detuve la marcha, paré toda mi vida solo en ese instante, quise no entender que revoloteaba en la atmosfera. La tarde de resplandor nubló toda imagen y mi necia pregunta fue. - ¿Entonces, no soy nada para ti?  Su cabeza con alivio, sacudía de arriba abajo como descargar su pesadez. Se desgarró mi pecho, se frustraron mis ilusiones de amar, enojé todos mis gestos, entristecí mis palabras, tendí mi dolor en mi mano, apreté la suya, y muy suavemente, con lágrimas en mis ojos y en el alma, humildemente, casi sin fuerza y aliento, le dije:

-        Te amaba como no te imaginas, yo sabía, pero no quería saber.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor

martes, 8 de junio de 2021

 

NO LO SÉ



¿Qué me pasa?... no lo sé.

Que siente mi corazón, no lo sé.

Que siente mi cuerpo, no lo sé.

Donde me encuentro, no lo sé.

Que deseo, no lo sé.

Que necesito, no lo sé.

Donde quiero ir, no lo sé

Porque estoy así, no lo sé.

¡Por eso, como no lo sé!…

Para qué carajo importa.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor