LA
ESCUELA
En un momento me encontré solo,
con una señora que nada hacía pensar que
dos desconocidos tenían que decirse algo
o comentar algo en una reunión de colegio. Ella de ojos claros, de una mirada
sensual, con su ropa ajustada al cuerpo, como dibujado por un artista, marcaban
sus piernas carnosas pero perfectas, su piel trigueña y sus pechos orgullosos
de mostrarse. El pelo negro a la cintura, sus labios pintados de rojo carmesí,
me hicieron pensar en las fantasías de sus deseos. Todo parecía normal,
pero al momento me di cuenta que
estábamos esperando en un punto equivocado, nadie se veía por el patio y
nosotros dos en un aula alejados de la entrada y de la
dirección de la escuela. Con timidez y una sonrisa delicada, le dije…– Disculpa…
¿es aquí la reunión? Me respondió…- No
lo sé, pero no tengo miedo si estoy acompañada, ¿Y vos? ¿No tenés miedo?... Sin
pensar nada, enseguida y por inercia respondí…-No, no, porque estoy bien
acompañado… Y los dos reímos juntos. El sector oscurecía y ninguno dejó o
intentó salir, no decíamos nada y sin querer,
de a ratos nos mirábamos y nos reíamos como dos adolescentes cómplices de algo
y no saber porque. Pasó un tiempo no muy largo y el silencio, era acompañado por el ruido de sus tacos, que
iban y venían, hacia la puerta. Se paró de golpe, me miró fijamente, y muy
sensual preguntó…- ¿Eres casado?... y sorprendido casi tartamudeando le
respondí…-No, si, sí, ¿soy casado y vos?... Volvió a sonreír y me dijo…-
También, pero solo aparentamos… ¿Quieres a tu esposa? Y esa pregunta
condicionaba mi respuesta por un motivo o por el otro, y jugando la intención
dije… -Sí, pero a veces me gusta lo prohibido. No sé qué pasó, como fue, en qué
segundo del momento ocurrió, esta bella mujer, estaba parada frente a mí, casi
tocando su cuerpo con el mío. Miró mis labios como recorriéndolos, y los suyos
mojaron los míos con un beso apasionado interminable. La tomé de la cintura, y
sentí que su lengua pedía permiso en mi boca, mis manos acariciaban sus caderas y ella, respirando muy
profundo se alejó de mí, retrocediendo muy despacio llegó a la puerta, y la
vuelta de llaves me invitó a todo. Lentamente fue despojándose de la ropa, y su
increíble cuerpo estaba ante mí. Llevó su mano entre sus piernas y muy suavemente me mostró
que estaban humedecidas, volvió acercarse muy mansamente, tomó mi mano, mojó
mis dedos en su boca y los llevó a su venus. Sus parpados apretados y su boca
entreabierta de la sensación que sentía por el vaivén que ella agitaba. Tomó mi
cabeza por mis cabellos, y como un zarpazo de pantera, puso mi boca entre los
labios de su vagina. Todo besé y todo saboreé, el perfume de su piel en sus
nalgas y lo húmedo de lo que ella me daba. Al momento sentí una extraña
sensación, cuando mi pantalón, ella lo había bajado con desesperación
arrodillada ante mí y gimiendo como una hembra salvaje. Su mano en mis nalgas
apretándolas con descontrol, mientras sus labios, acariciaban mí pene, cuando
todo lo hacía en su boca. Me pidió, que la haga mía, me imploró lujuria, se
sentó sobre mí, y comenzó a cabalgar para ganar el premio de esa locura de
amor. Retorcía su cintura de atrás para adelante, tomó lo mío con su mano
porque lo quiso por atrás, y los dos desencajados, gritamos sintiendo mi semen
dentro de ella y ella mojándome por terminar con un gran placer.
Orlando Mario
Soverchia-YoAmor D/R
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