VIDA DE PERROS
Cuando el sol
acobija mis recuerdos
y una música
canta a mi corazón,
mi perra se
acuesta a mi lado.
Quince años
viviendo juntos, y ella,
Jamás preguntó
por mis tristezas.
Ella me entiende,
ella me escucha llorar,
ella me sabe calmar,
ella jamás contará mi dolor,
y entregó su vida
a mi lado,
como yo he desgastado
mi transitar.
Tarde donde se
perfora mi querer
y nadie me puede
curar.
La herida es tan
profunda,
que solo esos
ojos nublados y envejecidos
por su ceguera,
podrán ver mi alma.
Canto de llanto
del pasado pregonan mi tormento,
como el dolor de
su cadera marchita.
La brisa acaricia
mi mejilla y a ella,
recuesta el pelaje en su cuerpo cansado,
acostado en
trapos mullidos para sus últimos días.
Se levanta, mi
mano acompaña su lento pasar
y con ella me fui
a caminar con mi traje deshilachado.
Tal vez cuando
ella ya pueda partir,
me deje con mi
destino golpeado
y con la falta de
su tierna y frágil figura.
Se vuelve a
enrollar en su mismo cuerpo enflaquecido,
se adormece, y su
respiro profundo, cuenta su siesta,
mientras fijo la
mirada a todo lo que hemos vivimos juntos,
Y me doy cuenta, que
han quedado caminos desvastados
por errores machistas
y soberbios de juventud,
Y que ahora, solo
son secuelas de dolencias que no cicatrizarán.
¡Hay tarde!…
porque me dejaste transitar
por esos
recovecos tortuosos
y sentir el peso
de la vejez junto a mi perra.
Ella siempre me
ha sido fiel y ha sentido amor por mí,
Y ahora, me doy
cuenta que hemos vivido una vida de perros,
Con la diferencia
que ella vivió una vida de animal feliz
Y yo, un animal
que no supo vivir.
Orlando Mario Soverchia-
YoAmor