martes, 5 de octubre de 2021

 

UNA VEZ



Un día apareciste en mi mundo, rompiste todos mis planes.

Habías pateado el tablero de mi vida,

de mis estados emocionales, de mis sentimientos.

Moviste cada punto y coma de mis narraciones, jugaste con tus correcciones

y golpeaste la puerta de mis pensamientos.

Escribía sin querer sobre lo que vivía, y dejaste mi pluma sin tinta

por narrar lo que sentía mi alma.

Fue lindo y confuso aquel estado, fascinando los delirios de seducción.

Acerque mi tiempo al tuyo y los dos conjugamos el verbo amar.

Todos, y sin ningún error, lo describimos sin pensar

en una cosecha de sentimientos,

y cultivamos los cuerpos mezclándolos entre las páginas del placer.

Narramos cada parte de aquella hermosa palabra,

de aquel verbo conjugado con pasión, pensado sin temor a equivocarnos.

Formamos las frases más simples

y sencillas de lo que nos producían estar juntos,

y sentirnos queridos uno al otro.

Nadie nos arrebataría estos principios, puesto que era todo nuestro,

necesitábamos que fuese tan solo exclusivo.

Y la vida, por alguna razón,

o por un vocablo mal ubicado en esta narración,

cambió el sentido de todo lo que habíamos anidado.

Pucha que estúpido es amar, y tonto sentir,

que pasa todo en un solo querer.

Presté atención en no tener ningún traspié en mis escritos

y una mala expresión fue suficiente

para que el aplazo de la vida,

no me deje seguir viviendo,

aunque sea solo por una vez.

 

Orlando Mario Soverchia- YoAmor             

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