CONVERSANDO CON EL SILENCIO
Sentados uno frente a otro, nos tomamos de la mano, nos miramos a los
ojos, las sonrisas fueron mutuas, recostaste la cabeza sobre tu hombro, me
seguiste mirando sin pestañar. Te observé
con alegría, tristeza, miedo, y todo lo que produce un amor casi enfermizo.
Me punzaba el pecho el saber que te alejabas, no entendía porque me habías
dicho que no podías estar más a mi lado. La tortura del pensamiento y el dolor,
se mezclaban para sentir que mis ojos se ponían brillosos. Respiré muy profundo
como pude, la voz entrecortada, y con miedo. Te pregunté.- ¿Ya no me quieres? Y
tu respuesta fue eterna, el silencio acariciaba mi frente, sentía que no quería
escuchar lo que tus labios rojos expresarían, apreté más fuerte tus manos, bajé
la mirada hacia un costado, busqué refugio en esa flor que en otro momento era
bella, tuve frío, calor, ya no sabía que sentía, o sí, desesperación al darme
cuenta que mi corazón empezaba a estar solo, mi cuerpo no estaría tocando el
tuyo. Confundido, enojado sin soltarte y
desafiándote, reclamé por tu amor. Tu gesto fue uno solo, dejaste la
sonrisa y la mirada tierna, y dibujaste la parquedad en un instante
diciéndome.- No tengo amor, ya no me
importa. Se paralizaron los sentidos, se aquietó el lugar, nada se movía,
solamente mis ojos sobre tu cara, mis manos ya solas en dos puños, con dolor.
Callaste… fríamente mirabas mis vergüenzas producidas por mis sentimientos
engañados, mordí mis labios y tú, nada decías. La pausa hablaba con mi alma,
turbulencia de conjeturas y
explicaciones se expandían en mis entrañas. No sabía que decirte… que más
preguntarte... no quería culparte, pero no era la forma ni tampoco la manera.
El silencio se puso a conversar con el tiempo que pasó, y todo seguía igual,
parado frente a vos, sentada sin cambiar tu postura, solo la que mis ojos
percibían, y era tu indiferencia. Caminé dos pasos hacia tu imagen, miré de un
lado a otro para encontrarme con esa realidad, te pedí que me mires, mis
palabras entrecortadas fueron.- ¿Estás con otro? Y tu silencio volvió hablar,
tardé en reaccionar, mentí a mi sospecha, en querer escuchar un… NO, pero todo
fue gritos callados de tu boca, con el brutal movimiento de tu cabeza de arriba
abajo. Quiero soledad, necesito quietud, espero piedad, para poder conversar en
silencio con mi conciencia maltrecha, y esperar mi desalmado destino.
Orlando Mario Soverchia- YoAmor