LA
MUJER
Hablar de la mujer es ser
inconsciente, imprudente, tal vez, “un don nadie”.
Para mí, la mujer es sinónimo de
vida; por ella nacemos, nos alimentamos, reímos, lloramos, sentimos calor y
sabemos de nuestras necesidades. Por ella pensamos, nos enojamos, advertimos
dolor, nos sentimos hombres como
especie, encontramos la razón de un porque, practicamos el machismo estúpido de
la inconciencia. Para no sentirnos solos, por ella comenzó la guerra. Nos hace
sentir pequeños y nos forja grandes. Porque nos sabemos inferior como linaje
humano, competimos, y por consiguiente empleamos la fuerza; pero ella posee la
más grande de las fuerzas, porque ostenta la perfección de fabricarnos sin
error. Se muestra débil pero se sabe fuerte, se equivoca y nada le importa, la
lastiman, sin embargo, sabe curarse y recuperarse, desaparece cuando quiere y
se muestra en el momento justo. Tiene los tiempos repartidos para cada instante de sus días, ama su fruto sin
límites, lo atiende y deja su propio cuerpo al
deseo, cuando ella lo pretende. Ella nos mira, nos elije, nos sonríe, nos habla
y somos suyos. Nos hace sentir que decidimos, que sabemos de la vida y del
poder, que somos por quien ellas suspiran… y la simpleza de su todo, nos regala
esa creencia para dominar sin dominar. La mujer es la única que llora y ríe a
la vez… Por parir a su hijo, por ser feliz, por sentirse enamorada, por estar
nerviosa o sentirse amenazada, por pensar en un momento que no quiere encontrar
y de alejarse de un amor que ya quiere olvidar. Por eso no alcanzan las razones
y los porqués para escribir sobre ella,
tampoco el tiempo que se le debe dedicar, porque la mujer, tiene tanto para dar
como tanto que sacar. Ella te hace un dichoso, maravilloso y hermoso macho, se
sabe hembra, se encuentra en el medio de este mundo y tiene la dicha de estar
triste y alegre, por la simpleza de ser mujer.
Orlando Mario Soverchia- YoAmor